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Mamás trabajadoras, un reto emocional y social

María Elena Betancourt

Dedico este artículo a mis queridas amigas, que son madres, futuras madres y trabajadoras, y mujeres luchonas 4×4 también, ¡ja! En platicas con ellas, pude notar que a lo lejos y escondido en el entusiasmo del embarazo, había un pequeño miedo de ser “esas madres” que eran juzgadas todo el tiempo porque “descuidan” a sus hijos y no tienen tiempo para ellos por el trabajo. O al contrario, volcarse tanto en su rol de madre que pudieran olvidarse de los demás, incluso de ellas mismas. Dos extremos que después de 10 años dedicándome a observar a la gente, sé y aseguro que es súper común. Sin embargo también he sido testigo de los casos de éxito y equilibrio, y estoy segura que mis amigas queridas, serán parte de ellos

Cada vez son más las madres que por gusto o por la imperiosa necesidad económica, dejan sus casas, a sus hijos en guarderías o con abuelas y se van a trabajar una jornada completa. En México son 15 millones 785 mil madres trabajadoras, representando el 73% de la población femenina activa económicamente en el país (El Universal, 2019). Y aunque el porcentaje es enorme, aún hay una cantidad monumental de paradigmas que aterran la conciencia de estas mujeres. Mencionaré algunos esperando ayudar a derrumbarlos un poquito. 

Las madres que trabajan deberían de sentir culpa por el abandono de sus hijos.

Esa es una idea loca que las madres que no trabajan, tienen y que ha permeado en la sociedad en general. Nunca te vas a librar del “y no te da pendiente dejarlo con un extraño”. Pero recuerda que son ideas del pasado, donde el trabajo de la mujer era ser madre porque no tenían más opciones. Pero hoy hay miles y si quieres escoger una, la culpa debe de quedarse lejos, pues queremos vivir en una sociedad igualitaria ¿no?, así que empecemos a dar el ejemplo. Tiene el mismo derecho la mujer de salir al trabajo, como el hombre. Así como el hombre tiene el mismo derecho de involucrarse en la crianza de los hijos, como la mujer. 

Estudios recientes de Harvard Business School (2018) revelaron que las madres trabajadoras son un ejemplo para sus hijas y éstas logran emplearse más que las que no trabajaron. Los hijos se involucran más en la crianza de sus hijos que las que no permitieron que el padre se involucrara por estar pegado a ellos 24/7. 

Los hijos de madres trabajadoras están desatendidos. 

Pues esto puede pasar en cualquiera de los dos casos, creo que es irrelevante seguir comparando porque, de nuevo, son tantas las variables que afectan que una no hará la diferencia. Sobre todo si se tiene un equilibrio entre la vida laboral, personal y maternal. El tiempo de calidad que reciben los niños es lo que verdaderamente importa, y éste se puede resumir a dos horas al día en total, pero la idea es que durante éste se genere un vínculo lleno de amor y límites para los niños. 

Sí, límites, pues algo que he observado es que cuando las madres sienten culpa por dejar a los críos, entonces se vuelven mamás complacientes y se olvidan de educar y sólo se dedicar a tratar de llenar huecos de formas inadecuadas. Los dejan dormir hasta tarde con tal de verles un ratito. No los regañan lo suficiente porque es tan poco el tiempo que pasan que quieren que esté feliz, etc. 

Por eso es tan importante que sueltes la culpa y comiences a abrazar tu situación y poco a poco tu hijos entenderán que sólo así podía ser y que eso es lo mejor para ti y por lo tanto para ellos. 

Tampoco te preocupes por si tu hijo va a ser menos feliz, este mismo estudio que ya mencioné, comprobó que no hay diferencia. Tu hijo puede ser feliz o infeliz igual que los que tienen madre tiempo completo, pues otra vez, esta no es una variable que defina su felicidad. 

No puede haber un equilibrio entre el rol de mamá y de trabajadora. 

Por ahí existe la creencia de que alguno te saldrá mal porque no puedes dividirte. De hecho, la división tendría que ser entre varios roles, no sólo entre estos dos. De mujer, de hija, hermana, esposa, amiga y trabajadora, etc. Debemos dividir nuestro tiempo en todos estos sin sentir culpa porque sólo así podremos estar satisfechas con nosotras mismas y ser felices, y si algo se merece tu hijo, es una madre feliz que lo ame y le de lo necesario para que ambos estén complacidos y no haya reclamos en el futuro por parte de ninguno. No puedes perder de vista a tus roles, debes de darte el espacio para salir a cenar con tu esposo, ver una peli juntos y sin niños, salir con las amigas, irte sola a algún lugar que tengas ganas, ver a tus padres y hermanos y cumplir tus sueños profesionales. Hay que aprender a malabarear todas las pelotas, es todo un reto, pero no es imposible ni mucho menos inadecuado. 

Una madre sacrifica por sus hijos.

Ese cuento nos ha traído muchos problemas, represiones, insatisfacciones, reclamos, frustraciones y demás. Como hija (porque no soy madre), no acepto que responsabilicen de algo que yo no pedí, y menos si me lo iban a echar en cara 20 años después. No se trata de ser egoístas, pero sí de ser responsables, responsables de los hijos pero también de las decisiones que tomamos y que nunca sean en nombre de ellos. Tenemos que educar a los hijos para que vuelen y sean libres, sin sentir que le deben algo a los padres. Cuando soltamos a los hijos, les enseñamos a volar, a ser independientes, a valerse por sí mismos. Cansada de ver madres que les resuelven todo a los hijos, que sacrificaron su profesión, su pasión, su entretenimiento y a veces, hasta su relación y sólo hacen de sus hijos, personitas dependientes de ayuda, sin autoconfianza, sin una estrategia, sin tolerancia a la frustración porque todo le dieron y resolvieron. No les hacemos ningún bien, al contrario, los dejamos de preparar para una vida independiente. Y además se lo reclamamos años después cuando nos “abandonan”. 

Los hijos son responsabilidad de la madre. 

Otra idea que sólo nos daña como sociedad. Me han platicado que hay padres que son una gran ayuda para la madre, cooperan y se ponen las pilas. ¡Esto es un error! Los papás no deben de ser una ayuda, no es la nana por favor. Es el padre y es también el responsable de los hijos. Las tareas de crianza se tienen que ir a la mitad, para que ambos se vinculen con sus hijos de forma adecuada. No está siendo “buena onda” cuando te ayuda a cambiar un pañal, es su tarea, él también se apuntó para esto. La mayoría de las veces se toman muy en serio esta creencia y sólo le hacemos daño a los hijos alejándolos de sus padres. Si desde el primer día, nosotras fomentamos que ellos tomen el rol completo, todo será más fácil. Son un equipo y deben de trabajar juntos para el beneficio de sus hijos, casados o no casados. 

Si el niño se enferma, la madre es la que tiene que cuidarlo.

Gracias a esta creencia, las mujeres no siempre somos tomadas en cuenta para puestos de Dirección. Lo sé porque muchos Directores me lo han dicho. Las madres faltan más que los padres si el hijo se enferma. Y seguro tienen razón, pues hay un par de creencias como que el trabajo de la madre es menos valioso, o que es ella la responsable, como ya vimos anteriormente. Incluso hay quien hace la comparación económica para ver cuál vale más. De nuevo, es 50/50. Si llegan a ese equilibrio, ninguno de los dos tendría porqué tener problemas en el trabajo. Ambos se apoyan y cuidan al hijo y el hijo será súper afortunado de tener a ambos padres a su cuidado. Le dará más confianza sintiendo que los dos siempre verán por él o ella. 

Así como estas creencias, hay muchas más, pero ya es tiempo de empezar a normalizar el hecho, es más, ya tendría que estar normalizado y alejado de todo estigma, por la cantidad de beneficios que genera. Sólo para recapitular mencionaré los más importantes:

  • Educas en igualdad de genero.
  • Las madres se convierten en un modelo a seguir.
  • Los padres se involucran más en el cuidado y esto también es un ejemplo a seguir.
  • De adultas, las niñas tienen más probabilidades de acceder a un empleo mejor pagado y de mayor responsabilidad. 
  • Los niños tienen a sacar mejores notas y a presentar menores crisis de ansiedad.
  • Los niños se vuelven más empáticos, cooperativos y sobre todo autónomos. 

Parecen pocos pero tienen un peso enorme que cuando ampliamos la mirada, es un beneficio no sólo para ti y tu familia, sino para la sociedad en general. Así que olvídate de las culpas y mejor concéntrate en como sí tener un equilibrio en todos tus roles. Porque acuérdate que la palabra equilibrio es la clave, no abuses de ninguno de ellos. 

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