
La culpa es de la publicidad
Si bien la publicidad tiene influencia en las decisiones de compra de los consumidores, los publicistas no son unos genios para movilizar a las personas.
Si bien la publicidad tiene influencia en las decisiones de compra de los consumidores, los publicistas no son unos genios para movilizar a las personas.
Hace poco vi un anuncio de una agencia de seguros y pensé: ¿qué los llevó a sacar esa promoción carente de creatividad e innovación? ¡Una estrategia basura!
Cuando se habla de programas de beneficios de cara al cliente, se tiene la errada percepción de que solo son aplicables a consumo masivo o específicamente en modelos de negocio B2C.
Acabamos de pasar Halloween y en Colombia, algunas marcas demostraron que no saben hacer marketing y no tienen conocimiento del comportamiento del consumidor.
Si las marcas no desarrollamos historias comunicables que generen conexión con el consumidor, hemos perdido la capacidad de estructurar la estrategia de marketing, en tanto, se nos ha olvidado lo que nos hace humanos: esa capacidad de emocionarnos con la historia, con las narrativas y los cuentos de otros, de simbolizar cada época de nuestra vidas y tener algo que contarle a los demás; no en vano se celebran matrimonios en todo el mundo, más allá del carácter religioso que pueda contener, es un evento cargado de un alto poder simbólico que por sí solo le habla a la sociedad.
La construcción de un alter ego no puede mal interpretarse, no se trata de imponer personalidades o estilos de vida al consumidor a través de una marca, ni mucho menos crear realidades paralelas que manipulan las decisiones de compra; puesto que contrario a lo que la mayoría de personas que no hacen marketing creen, el consumidor toma sus decisiones atados a su contexto sociocultural, bajo tres estructuras mentales: la razón, la emocionalidad y la supervivencia.
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