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Una mirada crítica al feminismo de las calles y al machismo de las redes

María Elena Betancourt

Sé que me comprometí a escribir la segunda parte del Síndrome de Burnout, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de escribir mi opinión acerca de este tema coyuntural tan importante, sobre todo porque ya ha pasado una semana y es necesario no soltar el tema. Tras los sucesos del fin de semana pasado, estuve revisando mis redes sociales, leyendo todo artículo que se me ponía enfrente, dándole play a cada video que me topé. Y siento un poco de tristeza porque sólo pude observar desunión. Muchos en contra y pocos a favor. Todos tienen su opinión y el derecho a expresarla, pero creo que es imperante que veamos “the big picture”, que alejemos la mirada para ver un panorama más amplio de lo que verdaderamente sucedió. 

No fueron los daños hacía el Ángel de la Independencia, los vidrios rotos de las estaciones de metrobús, los incendios dentro del metro, tampoco fueron las voces al unísono repitiendo una y otra vez “ni una menos”, hablando por aquellas que no pudieron estar ahí, ni los letreros exigiendo justicia, ni los polvos rosas para identificar abusadores. Nada de eso fue lo que se puede observar con una mirada crítica. Lo que sucedió realmente fue lo que el Estado siempre ha buscado hacer con movimientos socialistas: romperlos, crear bilateralmente con ayuda mediática un movimiento separatista. Y sí, después de ver durante 5 días mis redes sociales, puede concluir que logró su objetivo. Entre nosotros nos hemos enojado, rechazado, desilusionado. Hemos permitido que una lucha que le pertenece a todos los seres humanos, se quede sólo para las minorías. 

Esto lo ha hecho el Estado desde su inicios del contrato social, nunca le ha convenido tener una sociedad unida que en cualquier momento podía irse en contra de ellos, por lo que se dedicaron a separar a las masas, económica, religiosa, políticamente, etc. Cuando el capitalismo vio que los obreros en su tiempo de ocio en los bares, hablaban de las injusticias y buscaban ponerse de acuerdo para crear sindicatos, les cerraron los bares, aumentaron las horas de trabajo y disminuyeron el salario para que sólo pudieran reproducir su fuerza de producción y nada más, el salario suficiente para vestirse (de lo que fabricaban ellos, claro), alimentarse (para tener fuerza de producción) y volverse a presentar a la mañana siguiente. No es casualidad la existencia de las clases sociales y la lucha que siempre ha existido entre ellas. Hoy están haciendo lo mismo, de diferente manera. 

Nos hemos dejado cegar sólo por la forma y hemos perdido de vista el fondo de la problemática. En un día le hemos quitado el valor y el sentido a una lucha que lleva décadas gestándose, le arrebatamos el avance y evolución que ha tenido, hicimos menos el sudor de las sufragistas, ignoramos la sangre derramada de aquellas mujeres en la fabrica de textiles en Nueva York, silenciamos las voces que han marchado por todo el mundo pidiendo justicia para ti y para mí y para las tuyas. Nos han quitado el apoyo que necesitamos para seguir creciendo. 

Cuando inició el movimiento sufragista en Inglaterra a principios del siglo XX, los medios hicieron algo parecido, separaron el movimiento entre las sufragistas, aquellas que llevaban la lucha de forma más pasiva y prudente, y las suffragettes, las que lo llevaban de forma enérgica, con protestas, huelgas, marchas que se tornaban violentas porque buscaban detenerlas. Evidentemente su objetivo era el mismo pero su nivel de popularidad no, y el movimiento se dividió por la sociedad que rechazaba a las segundas. ¿Les suena familiar?

Claro que ni siquiera en esa época de guerra, se vive lo que hoy en México, el miedo que tenemos todas las mujeres de salir a la calle y no regresar a casa. Es un fenómeno mundial que ha abatido por todos lados, sobre todo en América Latina. Razón por la cual es ahí de donde sale el término feminicidio, entendiéndolo como algo que sólo sucede en sociedades patriarcales, donde las mujeres son asesinadas por razones de género. ¡Ojo! por ahí algún despistado preguntará “¿y por qué para los hombres no hay uno?”, porque el feminicidio está basado en una estructura de poder de genero y dominación social, algo que no sucede con los hombres, pues los asesinatos en su mayoría, son cometidos por hombres hacía otros hombres. Ahora entenderán porque no aplica cuando de lucha de poder de genero se trata, ¿no?

Este artículo no está a favor ni de las feministas que salieron a buscar justicia, ni a favor de los que piensan que “esas no son las formas”. Claro que empatizo con los dos, entiendo de donde sale todo ese coraje y vehemencia de salir a querer partir, romper, quemar. Estamos hartas de pedir, de exigir al Gobierno que haga algo por nuestra seguridad, y en lugar, recibimos burlas, amenazas, culpas. Evidentemente este patriarcado nos ha lastimado tanto que hoy buscamos justicia con un poco de venganza. Y eso, no cambiará las cosas, no traerá de vuelta a quien hoy no tienen vida, no regresará el tiempo para evitar esos abusos, ni siquiera generará conmoción para que el Gobierno genere estrategias. Hace poco escribí acerca de estos abusos y como yo personalmente los he vivido, les dejo el link para que lo vean (http://www.marielibetancourt.com/2018/11/violencia-en-contra-de-la-mujer-se.html).

Empatizo también con lo que creen que “esas no son las formas” pero no por la violencia, sino porque no fue tan inteligente. Como ya mencioné, sólo nos separó como sociedad y nos quitó popularidad y si de verdad queremos lograr algo, lo tenemos que hacer juntos como una sociedad unida. Necesitamos aliados, y no podemos generar miedo en ellos. No podemos permitir que esta pelea se tergiverse y que un movimiento hermoso, genere terror y lo rechacen. Debemos de entender también quienes son ellos, los que no están a favor. Sí, en su mayoría son hombres que por su pura naturaleza carecen de empatía, ellos no han sentido lo que nosotras, al menos no en su mayoría, no viven aterrados, es un miedo diferente que también nos puede unir, porque seguro ese miedo de caminar por la calle en la noche, también ellos lo sienten por pensar en un asalto y no en una violación. Por eso este movimiento debe de ser de todos, porque queremos lo mismo, seguridad, dejar de sentir miedo, queremos mejores personas, que respeten a todos por igual, y nuestra educación no está ayudando, porque seguimos hablando de clases, de géneros, y no vemos seres humanos a nuestro alrededor. 

Lo que necesitamos es, empezar hablar de estrategias que nos ayuden a combatir el problema verdaderamente, golpeando la superestructura y no sólo la estructura como los monumentos, calles y de más. Debemos dejar de darles herramientas a los medios para que tergiversen nuestro mensaje y lo utilicen en nuestra contra, es necesario alzar la mirada y darle más importancia a la sociedad y su problemática que a unos simples vidrios rotos. 

Que no se pierda la bonita tradición del boicot, del teatro callejero, de las marchas en masa, de las huelgas pegándole a quien verdaderamente tiene el poder: los capitalistas. Aquellos que están arriba del gobierno y los pueden ayudarnos a mejorar la situación del país. Sí, podemos exteriorizar nuestro enojo rayando paredes, pero mejor, podemos unirnos y bloquear la economía de aquellos que sí tienen el poder. Seamos más empáticos con el movimiento, dejen de llamarnos locas sólo porque no nos entienden, traten de comprender de donde viene ese coraje, pero también no seamos tan pasionales y seamos más intelectuales  y unámonos para llevar este movimiento a una verdadera evolución. 

Todos queremos lo mismo, mejores seres humanos, un país donde tus hijos crezcan sin miedo a salir a la calle, a ser ellos mismos. Que el día de mañana no se topen con un abusador ni en las calles ni en su casa, que se acabe el odio hacía las mujeres y que no se genere un odio hacía los hombres. Dejemos de hablar de genero y empecemos hablar de seres humanos y de personas en busca de un mismo objetivo.

Dejemos la guerra y hagamos un frente común. No permitamos que nos separen, que nos rompan como sociedad. Voy a citar una canción que me encanta y que no pasa de moda. Gracias Molotov, “porque somos más, jalamos más parejo, por qué estar siguiendo a una bola de pen… que nos llevan por donde les conviene, y es nuestro sudor lo que los mantiene”. 

Es momento de entender que nosotros tenemos el verdadero power, pero hay que unir fuerzas y organizarnos verdaderamente para atacar al sistema. Sólo así las cosas serán diferentes. Sólo así tendremos un mejor futuro. 

Twitter:@missposhblood

Facebook:  MB Psicología Preventiva

LinkedIn: Marieli BetancourtMail: [email protected]

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