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Trabajar para gobierno, ¿un golpe de suerte?

Omar Rangel / Posadas

Cuando estaba por terminar mis estudios universitarios tuve la oportunidad de hacer mis pininos en una organización de gobierno. Todo era nuevo para mí lo cual me emocionaba por aprender los procesos, administrar proyectos, tratar con gente más experimentada que yo, etc.

Los primeros meses todo era miel sobre hojuelas, estaba tan ocupado que no tenía la oportunidad de conocer a fondo la institución, es decir, saber cómo se movían los hilos tras bambalinas: quiénes eran personas clave, quiénes los problemáticos y quiénes los flojos.

Pasados un par de meses, como en cualquier lugar surgen problemas entre áreas y personas; fue hasta entonces que entendí cómo funcionaba mejor la dependencia.

Oso en hibernación

¡Había personal que no hacía nada por días! Algunos ni computadora tenían, se les podía ver leyendo el periódico o revistas por horas, andaban paseándose con catálogos, echando cotorreo con otras personas, yendo por el café entre otras actividades no productivas.

Sé perfectamente que no siempre hay mucho trabajo y que en todos lados se cuecen habas, por lo que las actividades mencionadas anteriormente no tendrían nada de malo si no fuera porque en las dependencias de gobierno son muy acentuadas (en comparación con el sector privado) actitudes como:

  • “Entre menos trabaje, mejor”.
  • Si hay o no jale, ni les importa. No se busca el crecimiento profesional.
  • Trabajar con pereza, actividades sencillas tardan en hacerlas

Bendición o maldición

Una buena cantidad de personas buscan seguridad en su trabajo, es decir, protección que abarque atención médica, un ingreso de salario seguro, salvaguardarse en caso de un accidente laboral (discapacidad), resguardo médico y económico en la vejez, entre otros beneficios que ofrece la seguridad social.

¿Es malo desear esto? ¡Por supuesto que no! Cada uno vela por sus intereses y los de su familia (en caso de tener). Aunque el plano laboral bien podría ser visto como jugar con Chabelo… puedes quedarte tu seguridad o catafixiarla al sacrificarla en pos de un crecimiento profesional, aumento salarial y conseguir nuevamente esa seguridad social.

Generalmente entre más grande es una persona suele arriesgar menos. Pero recuerda: el que no arriesga, no gana.

Pagan justos por pecadores

Las dependencias gubernamentales tienen un estigma de lentitud, ¡flojera da tan sólo pensar en ir a realizar trámites! Pero la naturaleza de esas instituciones es burocrática, es decir, con una serie de pasos y candados que impiden la autonomía para toma de decisiones, se necesita tiempo en ocasiones para comprobar información.

Y aunque no todas las dependencias son lentas o con personal perezoso, la percepción es difícil de cambiar para las personas que por una u otra necesitan ir a realizar algún trámite.

Tú decides

No es malo trabajar para gobierno puesto que te permite conocer otras formas de trabajar, otros procesos, generas contactos; todo te ayudará para un futuro.

Los ritmos de vida en el sector industrial y gubernamental son polos opuestos. Mientras uno termina su jornada laboral temprano, el otro nunca descansa, 24/7.

¿Quieres tu golpe de suerte para trabajar en el gobierno y llevar una vida relativamente tranquila y estable o quieres arriesgar en aras de tu crecimiento?

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