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El Amor y el Sufrimiento

En el amor hay múltiples formas de sufrimiento. Van desde amar y no ser amado hasta darse cuenta que el amor no salvó ni reparó nada.

Freud un día escribió: “Si amas sufres, si no amas enfermas”. Y es que estar enamorado se caracteriza por la necesidad intensa de estar con la otra persona y en su ausencia se sufre. Colocamos todas las virtudes imaginarias y todo se llena de energía, de alegría. Esperamos con anticipación ese encuentro perfecto, esa llamada, ese mensaje.

El enamorado cuenta las horas para el reencuentro e idealiza todas similitudes. Ah! Hay diferencias? Pues esas también se idealizan y nos parece curioso, interesante, y novedoso lo que el otro hace. Por eso aquello de que “las relaciones cultivan”, porque uno termina aprendiendo y hasta haciéndose un especialista en los intereses del otro.

Investigaciones han comprobado que las personas enamoradas no pueden concentrarse bien. La energía se concentra en pensar en el otro. También perdemos la noción del tiempo y la realidad. Nuestras hormonas nos mantienen en estado de euforia y alteran el sueño, bueno hasta la presión arterial.

Pero el enamoramiento no nos puede durar para toda la vida. Es una emoción tan fuerte que no podríamos desempernar nuestras actividades cotidianas de manera correcta y sintiendo estabilidad, sobre todo estabilidad emocional.

Entonces, ¿con qué nos quedamos? Decir no a enamorarse, no es opción. Desde que nacemos, el ser humano es un ser necesitado, carente. Si no establecemos vínculos de amor, nos enfermamos, nos volvemos narcisistas, tenemos problemas para relacionarnos y es como si enfermáramos de uno mismo, desde el punto de vista Freudiano. También los budistas afirman que la falta de amor nos conduce al egoísmo, y nos facilitaría el sufrimiento humano ya que ignoramos nuestra propia esencia (amorosa) y nos puede llevar a actos negativos.

En el amor hay múltiples formas de sufrimiento. Van desde amar y no ser amado hasta darse cuenta que el amor no salvó ni reparó nada. Alejarse de la posesión y la dependencia requiere madurez, valoración personal, y un apego sin miedos. La reciprocidad combate y está por encima del miedo a perder al objeto amado y lo que nos une. Sobre todo da tranquilidad para construir un apego auténtico, en vez de solo la fantasía.

Gabriela Romo es psicóloga, trabaja con la comunidad latina en Estados Unidos y tiene un programa de radio semanal en radio América 900 sobre salud mental. Síguela en Facebook (Gabriela Romo), Twitter (@romocounseling) o envía un email con temas que te interesen a gaby@gabrielaromo.com

 

 

 

 

 

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