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Creencias limitantes que nos alejan de una sociedad equitativa y sin violencia

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Tanto hombres como mujeres hemos generado un problema de violencia estructural que nos come y nos seguirá comiendo si no la paramos.

Me sacudió el sentimiento, me azotó la tristeza, me invadieron las lagrimas; durante una hora no pude parar de llorar, estaba en un lugar público, veía a las mujeres de mi alrededor y sentía dolor por ellas, “ahora están bien”, pensaba, “¿pero y mañana?”. Muchos me veían sin entender qué pasaba, seguramente otros me juzgaron, no dudo que alguien haya pensado “seguro está en sus días”. De repente cesó, me sentí estable de nuevo, pero no. Poco tiempo pasó cuando me di cuenta de que ahora estaba enojada, veía a los hombres que caminaban a mi lado, con coraje. Nunca me había pasado, siempre veía seres humanos, pero ahora yo también separaba por género. Me sentí mal por pensar así, pero no puedo evitarlo, no pueden culparnos. Pero nosotras a ustedes tampoco. La verdad es que todos somos responsables. Tanto hombres como mujeres hemos generado un problema de violencia estructural que nos come y nos seguirá comiendo si no la paramos.

Pero ¿Cómo hacerlo?, ¿cómo acabar con una problemática como esta y que además se alimenta día tras día? Yo no tengo la respuesta correcta, pero pienso que hay muchas creencias que nos limitan a evolucionar como sociedad igualitaria y justa. Como psicóloga le apuesto todo al pensamiento, ahí radica la semilla del cambio de cualquier tipo. Pero también ahí reside todo el daño, la violencia, las tradiciones que matan, los cuentos de odio, de misoginia, de sexismo y de desamor. Estas son algunas de las creencias más peligrosas, las que nos amenazan todos los días, y es imperante modificar.

1. “¿Y por qué para los hombres no hay un tipo de homicidio y para las mujeres sí?”

Porque hasta ahora, no ha habido la necesidad de denominarlo. El feminicidio es un fenómeno mundial, pero se vive más en América Latina por ser sociedades patriarcales, está basado en una estructura de poder de género y dominación social. Los hombres no son asesinados por razones de genero, al menos no hasta ahora, sus asesinatos, en su mayoría, son cometidos por hombres hacía otros hombres y los que no, son casos aislados, aún.

2. “Ya todo es feminicidio, ya no saben otra cosa”

Sí, parece que ya todo lo es, y eso lo más triste, las cifras van en alza, en 2015 eran 422 los asesinatos y en 2018 ascendió a 861, y cerramos 2019 con 976 casos de feminicidio. Y eso no es todo, hay miles de casos sin concretar como el de Fernanda Sánchez, que hicieron pasar su muerte como suicidio, aunque estaba brutalmente golpeada. Gracias a una persona con una mirada crítica y feminista pudieron darle un poco de justicia a la madre de 18 años.

3. “¿A poco si es feminicidio, si apenas era una niña?”

Desgraciadamente sí, apenas tenía 7 años, pero era de género femenino, fue violada y torturada, el cuerpo fue exhibido en un lugar público.

Hay más elementos para que se considere a una muerte, un feminicidio como el que exista una relación sentimental entre el feminicida y la víctima como el caso de Ingrid Escamilla; que haya antecedentes de violencia contra la víctima, amenazas o acoso, y si fue incomunicada o secuestrada.

4. “La lucha violenta de esas mujeres, no me representa”

Es verdad, ni a ti, ni a mí nos representan. Esas mujeres que salen a la calle a marchar con la voz en alto, a romper con los puños, a quemar con el corazón ardiendo, representan a aquellas mujeres y niñas que ya no están, que no tienen voz para gritar, que las callaron a golpes, que violaron hasta matarlas. Espero de corazón que el día de mañana siga siendo así, que no nos representen. Pero no podemos voltear la mirada de aquellas que sufrieron, de Debanhi Zárate de 24 años que amaneció muerta en un hotel, o de Mara Fernanda Castillo que fue asesinada en un taxi en 2017, o de Lesvy de 22 años, hallada muerta en la UNAM, o Brenda Cruz de 21 años que nunca llegó a su trabajo después de tomar un taxi, o Valeria Gutiérrez de 11 años que fue violada y asesinada en un microbús; o Alma Rosa, conductora de Uber, asesinada justo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Ellas son sólo algunas de los 10 casos que, en promedio, suceden al día en nuestro país. Me gustaría hablar de todas, incluso de las que nadie nombra, de las que nadie sabe. No podemos dejar de verlas, necesitamos representarlas y pedir justicia por ellas y exigir a las autoridades que esto no le suceda a ni una más.

5. “Es sólo un chiste, no te lo tomes en serio”

Es imposible no tomarlo en serio cuando sucede a unas cuadras de tu casa, cuando escuchas todos los días malas noticias, cuando cada día se siente más personal, lo tomamos en serio, porque es real, porque el problema existe y persiste. Acabo de escuchar a mi querida @AnaJuliayeye (comediante) exponer que el chiste representa lo que la sociedad está viviendo, y tiene toda la razón; ya Freud lo decía: “el humor es la manifestación más elevada de los mecanismos de adaptación del individuo”. Ana Julia decía que, si una sociedad vive con racismo, entonces habrá chistes racistas, si vive normalizando la violencia entonces tendremos memes violentamente incorrectos. Nuestro humor refleja la problemática de nuestra sociedad por el proceso de adaptación. Y evidentemente no podemos censurarlos porque libertad de pensamiento y expresión, pero si podemos tratarla de manera diferente. Me cansé de escuchar como hombres y mujeres se burlaban del caso de Ingrid, incluso unos “bromeaban” diciendo que ellos hubieran desaparecido el cuerpo de diferente forma para no ser atrapados. Todos hemos bromeado o nos hemos reído porque a veces es imposible no hacerlo. Pero podemos juntos aprender que sí es en serio, que sí existe, que sí es un problema y que somos responsables de éste, sino hacemos algo al respecto. Y a veces hacer algo, sólo significa, quedarse callados ante un chiste violento o corregir de una forma apropiada y no tolerarlo.

6. “Así como hay hombres cabrones, también hay mujeres que ameritan ser quemadas vivas” (fuente: directita desde mi Facebook, del muro de un grupo de mujeres para organizar el paro del 9 de marzo)

El machismo no es de hombres, también lo generamos nosotras; lo aceptamos, lo replicamos e incluso, lo enseñamos a los hijos, por eso es un problema estructural. Es verdad, hay seres humanos, inhumanos, violentos, delincuentes, abusadores, etc., pero nadie merece ser quemado vivo porque entonces el problema no acabaría, al contrario. Cuando nos expresamos así de alguien, de quien sea, estamos reforzando el mensaje de que está bien torturar al otro, porque se lo merecen. Y cuando se trata de merecer, todo es tan subjetivo que todos corremos peligro.

7. “El feminicida es un monstruo, psicópata, enfermo, loco y por eso las mata”

Es una aseveración muy simplista que carece de un análisis social y estructural. Las mata porque nosotros lo hemos permitido y fomentado, porque nos hemos formado en un sistema patriarcal, misógino y conservador que ha normalizado la violencia contra la mujer durante tantos años. Hemos construido a un hombre dominante, hemos censurado a una mujer fuerte y que lucha, hemos sido cómplices de un Sistema de Justicia Penal laxo, débil e inerte que le ha fallado a tantos, que le ha quedado a deber a todas esas mujeres que sí presentaron quejas de violencia intrafamiliar, que sí fueron a acusar a sus abusadores y acosadores, que no se quedaron calladas, sin embargo, su voz no fue lo suficientemente alta.  Es una tristeza, “pero las sociedades tienen al delincuente que se merecen”.

8. “Yo no soy ningún violador, ni golpeador, esta lucha feminista no va conmigo”

El feminismo empezó como un movimiento social que exigía los mismos derechos entre los hombres y las mujeres. Declararte feminista, es sumarte a esa lucha, donde sin importar tu género, crees en el valor de todo ser humano, en la igualdad y en la justicia para todos. Gracias a todos esos hombres que día con día se suman.

Parece ser que las cifras ya no nos asustan, que las imágenes violentas de mujeres descuartizadas, ya no nos lastiman, que la noticia de la muerte de una niña de 7 años, ya no nos indigna. Pero entonces ¿cuándo? Cuando será el momento que todos, absolutamente todos y al unísono, nos asustemos, nos indignemos y nos unamos para luchar; yo sé que muchos sí lo estamos, indignados, dolidos, nos ha pegado en el alma y nos ha dejado un gran dolor. Las calles de México una vez más, se inundan de lagrimas y de los puños alzados de hombres y mujeres, pero aún, aún no es suficiente, aún hay millones de puños, cerrados de enojo, sí, pero guardados dentro de nuestros bolsillos, invisibles. No basta con la indignación de unos cuantos, necesitamos ser todos y además actuar y luchar; esa lucha no es entre géneros, ni clases; la lucha es contra ese sistema que nos ha segregado, separado y tratado injustamente. De forma individual, y mientras las políticas públicas cambian, mientras el SJP se deconstruye; podemos empezar por modificar nuestros pensamientos que viven en el inconsciente colectivo, éstos que nos sepultan como sociedad y nos alejan de la humanidad. Si hay consciencia, hay esperanza.

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