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Productos alimenticios, experiencias sensoriales por excelencia

El deseo del hombre de diseñar su comida es lo que lo diferencia del resto de animales que hay en la tierra.

El deseo del hombre de diseñar su comida es lo que lo diferencia del resto de animales que hay en la tierra. Cada año más de 10,000 productos alimenticios son lanzados tan sólo en Latino América; de los cuales sólo 1 de cada 20 permanece en el mercado por más de 2 años. Pero, ¿qué es lo que hace que nos gusten ciertos productos alimenticios más que otros?

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Comer es toda una experiencia multi sensorial en la que el sentido del gusto solo tiene una pequeña participación. Distinguimos solo entre cinco sabores; dulce, amargo, acido, salado y unami. El resto del trabajo lo hacen todos nuestros sentidos.

La vista es el primer sentido en influir sobre los alimentos. La psicología del color juega un papel muy importante en el empaque y en el propio alimento. Partiendo del color obtenemos conclusiones sobre el sabor. Por ejemplo, si es rojo suponemos que será dulce y si es negro suponemos que será amargo.

Los alimentos rojos son los más aceptados, las cerezas, fresas y carne roja son normalmente frescos y jugosos, lo que hace que transmitamos esa cualidad a otros alimentos. El mejor ejemplo son las gomitas, siempre preferimos las de color rojo aunque el sabor sea el mismo al resto.

Frecuentemente se le da color naranja al queso cheddar con jugo de zanahoria para darle una apariencia más grasosa y la ilusión de un mejor sabor. Tendemos a creer que la mantequilla más amarilla y el jugo de naranja más naranja saben mejor. Por cierto, ¿sabían que la Vainilla en realidad es negra?

La percepción del sabor es una combinación entre olores y sabores. Cuando tenemos gripa no percibimos bien el sabor de la mayoría de los alimentos. Así mismo, el aroma que emana de la comida, influye en la cantidad de alimento que se ingiere, de manera que los olores fuertes hacen que las personas coman menos. El olfato es tan influyente que casi siempre olemos los alimentos antes de probarlos.

También nuestro oído nos ayuda a decidir si algo nos gusta o no. Los cereales y las papas saben mejor entre más crujen. Si una papa no cruje nuestro oído nos dice que esta vieja y blanda. El tamaño, los ingredientes y el proceso de cocción influyen también en el sonido del crujir de una galleta. Entre más azúcar, más crujiente es.

Por último, tenemos al tacto, en donde el 60% de la percepción del gusto tiene que ver con la consistencia; si un alimento no cumple nuestras expectativas en consistencia, textura y temperatura nos repugna y lo escupimos.

Entre mejor consistencia, mejor sabor. Existen dulces que tienen hasta 5 texturas diferentes en un solo bocado.

Así que la próxima vez que disfruten un alimento, recuerden hacerlo con todos sus sentidos.

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