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Crónica de una mente anoréxica

Lourdes Baeza, columnista InformaBTL
Crónica de una mente anoréxica

La primera imagen que viene a nuestra mente cuando leemos anorexia es una persona literalmente en los huesos, con síntomas de desnutrición y evidentemente con una imagen deprimente.

Para desmenuzar y entender el significado de esta palabra, comencemos con su origen, viene del griego “an” que significa privativo y “orexis” que significa deseo ó apetito. En resumen, significa que hay una ausencia de apetito.

Los estereotipos impuestos por la sociedad, han hecho que los habitantes de las grandes ciudades den más importancia a una imagen corpórea irreal, que a lo que realmente importa y tiene valor como seres humanos.

Se preguntarán ¿Por qué estoy hablando de una enfermedad que nada tiene que ver con el marketing?

Pues mi responsabilidad como mercadóloga, es decirles que la anorexia, tiene que ver mucho con el marketing, y me atrevo a decir que tiene que ver con el lado oscuro del marketing, aquel que solo comunica frivolidad en lugar de valores, ese que excluye en lugar de incluir, aquel que da valor a la forma y no al contenido.

Triste pero cierto, tanto hombres como mujeres pasamos por el rayo láser de una sociedad que se hace un criterio por la imagen y no por el valor agregado que cada persona puede aportar en su ámbito personal y de trabajo.   Es difícil tener el cuerpo y la imagen perfecta, y me pregunto: ¿Perfecta para quién? ¿Para aquellos que critican sin verse antes ellos en un espejo?

Y no me refiero al espejo común y corriente en el cual nos vemos todas las mañanas, me refiero al espejo interior que tenemos todos y que es un espejo brutalmente honesto, porque nosotros mismos somos los jueces más duros con nuestra imagen, nuestro hacer y nuestro decir.

Han hecho infinidad de campañas de marketing enfocadas a bajar de peso, malteadas milagrosas, pastillas para obesidad exógena, cremas reductoras, todos esos productos haciendo promesas que sabemos no se cumplirán, pero que al hacer una fuerte campaña en medios y sumarle en ocasiones a algún influencer genera un ROI que supera las expectativas, llegando a la curva máxima de crecimiento en ventas y posteriormente  tiene una caída  tan rápida como su ascenso, hasta que llega para quedarse en el olvido.

En el lado responsable del marketing, también existen campañas que luchan en contra de esta enfermedad mortal, haciendo conciencia y evangelizando a las personas para que tengan la cultura de la comida y vida saludable. Estas campañas también llegar a tener un gran alcance y logran rescatar a las víctimas y las posibles víctimas de esas trampas letales. 

Así como la anorexia del cuerpo, también existe la anorexia de la mente.  La mente del ser humano se nutre de muchas cosas, yo lo llamaría las vitaminas de la mente:

  1. Lectura
  2. Arte
  3. Cine
  4. Teatro
  5. Amigos
  6. Familia
  7. Estudios profesionales
  8. Trabajo

Nuestra mente interacciona con esas vitaminas, las absorbe, las procesa y va guardando información relevante que nos permite ir creciendo en muchos sentidos.

En cambio, si alimentas tu mente con críticas, burlas, cyberbulling y por si fuera poco expones comentarios desagradables, inevitablemente estás condenando tu mente a la desnutrición, hasta llegar a ser una mente anoréxica.

Dicho lo anterior, quiero compartirles una experiencia que tuve hace un par de semanas, en redes sociales, los que me conocen y son mis seguidores, saben que soy muy activa en mis redes, publicando temas que me apasionan como el marketing, el arte, el automovilismo y también de comida gourmet.  A esto le sumo alguno que otro logro en mi carrera profesional, y me gusta compartir todo eso, porque desde mi óptica, estoy colaborando con un poco de vitaminas y nutrición para las mentes que me honran al leerme.

Pues bien, publiqué un evento maravilloso que tuve con un grupo de clientes VIP, sin agregar nada, solo compartí la publicación de la red social de la compañía para la que trabajo, me sentía muy orgullosa de haber logrado un evento que había superado las expectativas y ser parte de eso me llena de entusiasmo, en la publicación se compartieron fotos de los invitados y de algunos integrantes del equipo, en las cuales evidentemente salgo.

Una madrugada, me despertó la luz de mi smartphone, y tenía una notificación de FB en la cual había un comentario en mi publicación el cual decía esto “Amiga, ¡¡ahora si ya te pasaste de tamales!! Jajajaja saludos”.  Cabe mencionar que el “amigo” que escribió ese comentario no es mi amigo, solo es un conocido y no es una varita de nardo.

Me quedé petrificada, y vi mi foto, una y otra vez, el ángulo no me favorecía y quizá puede ser que tenga un par de kilos más, ¡no esperarán que tenga la misma complexión que en mis early twenties! Por un momento sentí angustia y pensé “Voy a comprarme algo para adelgazar, me pondré una dieta rigurosa, y un innumerable etcétera”. Me sentí como atrapada en un laberinto sin saber por dónde salir ¿Y saben por qué? Porque en una etapa de mi vida yo sufrí de la enfermedad de la anorexia, mi peso llegó a estar por debajo de los parámetros normales, y yo creía que era feliz y que me veía guapísima, hasta que mi salud afirmó lo contrario. Logré salir de ese capítulo desagradable de mi historia, y entendí que el valor de una persona no está en su peso y tampoco en sus músculos ó en la imagen perfecta, el valor de un ser humano está en nuestra mente, y ese musculo sí que hay que ejercitarlo y alimentarlo muy bien para que se vea sano y ¡muy sexy!

Después de la angustia que me generó el comentario del “dichoso amigo en FB”,   reaccioné. No iba a darle poder a una crítica sin sentido y mucho menos en hacerle daño a mi salud por un comentario poco inteligente.

Algunos pensarán “si no te gusta lo que te comentan en FB, no lo leas” y efectivamente uno tiene el libre albedrio para leer o no leer los comentarios, para permitir que te afecten o no, y para elegir si queremos continuar leyendo comentarios de una persona que no aporta ningún valor y que da más importancia a mi foto que al logro profesional que yo estaba compartiendo.

Desde mi punto de vista, ese comentario que hizo el “amigo”, surgió de su mente anoréxica. Y comencé a imaginar el cerebro de este amigo como una pasa, arrugada y seca, sin color, secándose cada día más por la falta de los nutrientes esenciales de una mente sana, incluso llegué a sentir cierta pena por esa mente, porque sus publicaciones se enfocan en “quedar bien con la sociedad”, una sociedad que seguramente no le interesa si comió caviar o frijol, o si viajó a Dubai o Xochimilco.

Y de esta experiencia, nace mi propuesta para unirnos y hacer una campaña en contra de la “desnutrición mental”, ahora que me encuentro cursando una maestría en Community Management, Empresa 2.0 y Redes Sociales, he aprendido más del poder de las palabras, la importancia de redactar un apropiado copywrite, porque con base en esas palabras podemos crear interés, conciencia y lograr hacer conversiones.

Suena genial ¿no creen? ¡Pues vamos! Los invito a crear conversiones para erradicar la enfermedad de una mente anoréxica.

 

 

 

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