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A Discreción

BLOGGER DE PROFESIí“N

por Joan Alvares Lamarca*

foto-joan-2.jpgEn su dí­a el blogger, como fenómeno, culminó la llegada al poder del consumidor. Hoy le está devolviendo todo ese poder al anunciante.

En un tiempo no muy lejano las marcas hablaban y los consumidores escuchaban. Sin más. La posibilidad de diálogo se circunscribí­a a vagos estudios de mercado.
De un tiempo a esta parte, Internet ha dado a cualquier un altavoz con el que llegar a un público casi infinito. Internet ha democratizado la capacidad de chillar. De forma que cualquier usuario, con el tiempo, la determinación, la suerte y el talento suficiente, puede aspirar a ser escuchado. O por lo menos puede aspirarlo con iguales expectativas que cualquier otro usuario, por más poderoso que éste sea.

Hoy ya no creo en los blogs. Pienso que los menos leí­dos deben serlo por algún motivo. Y compruebo que los blogs más leí­dos son, cada vez, los que menos me interesan. En un brusco (y al a vez comprensible) intento por devolver el ‘orden natural de las cosas’, cada dí­a son más las marcas que compran blogs. De forma que el blog pasa a ser financiado por una o varias marcas, cuyo objetivo es ‘proponer’ algún que otro post sin que aquello huela mucho a publicidad (ya se sabe, el público no es tan tonto”¦.) . Mediante esta regla los bloggers más populares son lo que, ejerciendo su derecho a venderse más caros, se cotizan al alza antes de convertirse en relaciones públicas a sueldo.

Lo cual no me incomoda por principios morales, ni por ningún prejuicio mí­o acerca de la mercantilización de la cultura (si uno es bueno escribiendo, ¡qué gane dinero con ello!). Más bien dirí­a que me incomoda por una cuestión de jerarquí­a . Sí­, incomprensiblemente, sigo creyendo en el poder del consumidor. Por eso es que me niego a creer que este poder sólo pueda ser ‘ejercido’ en forma de unos pocos lí­deres de opinión (que, para un anunciante, son tan fácilmente identificables como ‘sobornables’). Alguien dijo que el valor de una marca (valor en todo los sentidos) pasa por asumir el derecho de la gente de hablar mal acerca de ella. No manejo cifras al respecto, pero me temo que comprar internautas debe ser carí­simo. ¿No es más rentable enamorar a los que quieren voz propia?

*e-mail: [email protected]

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