Con el paso del tiempo, las marcas han sido el principal testigo de cómo las tendencias de la población determinan los hábitos de compra de los consumidores, y lo que antes era loable para penetrar los mercados podría ya no ser tan eficiente ahora.
En las juntas de marketing, brief o proyectos se menciona recurrentemente la palabra “engagement”. Esta conexión, ritual de la marca y compromiso con el consumidor, no es tan sencillo de lograr. La relevancia es el camino acertado para hacerlo, qué tan relevante resulta ser la marca para el usuario.
Una de las formas más efectivas en las que un empresario puede lograr que un consumidor se convierta en cliente es mediante la calidad del producto que ofrece, es decir, que éste sea útil y satisfaga necesidades, pues entre más sea la calidad del artículo mayor será su demanda.
Últimamente me he topado con libros que utilizan como tema principal los paradigmas y lo provechoso que puede ser cambiarlos; tales como “La estrategia del océano azul”, “The purple cow”, “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” y hasta el de “Quién se robó mi queso” y justo hace unos días tuve que reflexionar acerca de la importancia de cambiar paradigmas en esta época, sobre todo, con las nuevas generaciones.
Hay empresas donde la venta de productos dentro de las instalaciones está prohibida, ya sea por imagen, por reglamento o por otros factores relacionados con la filosofía del lugar de trabajo. Sin embargo, la venta clandestina de productos no es ajena a la cultura organizacional de muchas empresas.
Vengo regresando de vacaciones, por eso anduve ausente unas cuantas semanas tanto por negocios y por unas merecidas vacaciones aunque no todo piensan lo mismo. Por eso mismo no me habían visto por aquí, pero he regresado corregido y aumentado.
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