Arturo González Salas
Twitter: @Artglez
Hay técnicas de la mercadotecnia que parecen sacadas de un libro de Isaac Asimov, pero si analizamos estas herramientas, veremos que sus antepasados tienen similitudes, sus efectos poseían intrínsecamente los mismos objetivos, pero ahora todos nos creemos inventores.
Después de la conferencia de Laura Fisher, titulada Mercadotecnia para Micro y Pequeñas empresas dictada en el Teatro Calderón de Zacatecas, estuve varios días filosofando sobre una pregunta que ronda las cabezas de los hacedores de mercadotecnia desde que se inicia la carrera, misma que Laura plantea: ¿las necesidades se crean o ya están todas creadas?
Los ortodoxos, irán encaminando su respuesta a que las necesidades ya están descubiertas y que solamente nos disponemos a realizar mayores formas de resolver dichos requerimientos. Por ejemplo la necesidad de comunicarnos no ha cambiado, pero si hemos visto la invención de tecnologías de comunicación inmediata, a distancia y algunas sin costo.
Los arriesgados, encabezados por la Maestra Fisher, mencionan que la mercadotecnia posee el poder para crear necesidades. Basta con mirar que ahora si no tomamos un famoso yogurt que activa el flujo intestinal no obramos correctamente, o la necesidad de “quiero todo light”, donde no importa lo feo que sepa, los químicos que contenga, las contraindicaciones, los consumidores encontraron un nuevo rol con actividades por desempeñar y necesidad por cubrir.
Sin importar el grupo al que elija pertenecer, me interesa subrayar que el mercadólogo centra sus recursos en hacer que las firmas a su cargo tengan el toque de vanguardia, de uniformidad en servicio y productos. Sin embargo pocos se detienen a pensar, si la estandarización al máximo es el toque que necesita la empresa.
¿Qué le recomendaría en materia de estrategias a un grupo de panaderías, al señor de la papelería de al lado de la primaria, al grupo musical que toca en las bodas?
Estoy escuchando por anticipado las respuestas: un plan de medios y la grabación de un video musical para el grupo, volantes para que sepan donde está ubicada la panadería y que el señor de la papelería ponga un espectacular enorme próximo a su tienda.
Morimos siendo ordinarios, esas respuestas en formato de asesoría las brinda cualquier mortal incluso sin pasar por un pequeño curso de marketing.
El miedo a innovar detiene la mejora en aquellos negocios pequeños, ellos representan más del 90% de la actividad económica nuestro país.
¿Por qué no sacar las escobas de colores a la acera, invertir en una computadora de consulta e impresión para la papelería, hornear el pan a la hora pico para generar olor y por ende consumo, por relaciones públicas ser teloneros en el concierto de un grupo consolidado? ¿Por qué hacer marketing tiene que ser siempre costoso?
Nuestro entorno necesita un ejército de mercas bordando a mano técnicas para mejorar las empresas locales, dándole el toque cercano, haciendo Marketing en versión 4.0