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El hábito no hace al monje

Lourdes Baeza, columnista en InformaBTL

¿Cómo están mis queridos lectores? ¡¡Cuanto tiempo sin leernos!! Estoy feliz de estar de regreso para compartir más historias de marketing, que como siempre van con ese toque vivencial que me inspira a compartirlas con ustedes. Antes de comenzar a dar rienda suelta a mi narrativa quiero dar un agradecimiento especial a todo el equipo de InformaBTL que hace posible que estas columnas lleguen a todos ustedes. En especial agradezco a Alberto Sánchez y Raúl Oliva el gran apoyo que me han dado y me siguen dando en cada paso de mi carrera.

Ahora sí, vamos a comenzar con el tema que quiero compartirles hoy, seguramente todos han escuchado alguna vez frases como estas: “como te ven te tratan”, “para ser hay que parecer”, entre otras.
Todas sin excepción, se relacionan con la percepción que los demás tienen de una persona, de la imagen pública de una persona y está íntimamente relacionada con el branding personal que cada uno de nosotros construimos a lo largo de nuestra vida.

Cuando hablamos de branding personal, hablamos de un conjunto de elementos que lo conforman, dentro de ellos destacan la puntualidad, la comunicación escrita y verbal, el lenguaje no verbal, la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace dentro y fuera del ámbito profesional y personal, las buenas maneras profesionales, es decir el protocolo que se aplica a diferentes situaciones y por último, pero no menos importante, el arreglo y aliño personal. Nuestra forma de vestir manda un mensaje contundente a quien nos ve y genera una percepción.

Todos estarán de acuerdo conmigo que la forma de vestir a partir de la pandemia dió un giro de 360 grados, pasamos drásticamente de usar vestimenta formal a una vestimenta casual para trabajar cómodamente desde casa, claro que hubo quien cayó en el extremo de trabajar en pijama o incluso dejar de arreglarse como lo hacían para asistir a la oficina, este descuido impacta directamente sobre nuestra imagen pública, por eso es tan importante cuidar aquí un elemento que se vuelve sumamente clave: la congruencia. Si hemos construido una imagen profesional vistiéndonos para el puesto que ocupamos en la empresa y de acuerdo a su código de vestimenta y sobre todo a nuestra personalidad, ¿por qué echarlo todo por la borda a partir del home office?

Seguramente pasará por su mente cosas como “pero si ahora podemos vestir jeans y tenis”, “la corbata ya no se usa”, “los tacones son totalmente innecesarios y no son prácticos”, y les doy toda la razón, el punto de esto es que, en efecto, la forma de vestirnos se ha transformado, los protocolos se han ajustado a la realidad en que vivimos y eso definitivamente lo veo muy bien. Todo debe tener un equilibrio y para trabajar desde casa no necesitamos traer tacones de 10 centímetros o usar una corbata y un traje muy formales, pero lo que si se necesita es tener una imagen impecable que transmita seguridad, autoridad en la materia en cuestión y sobre todo credibilidad.

Además, dependiendo del contexto en el que se de un encuentro, ya sea una junta virtual ó presencial, un desayuno, comida ó una cena, deberemos hacer un análisis para elegir nuestro atuendo y transmitir la congruencia que nos ha caracterizado. Al final del día, todo esto se trata de un marketing personal y nosotros somos nuestro propio plan de marketing, así que debemos cuidar mucho estos detalles, para impactar de la manera que queremos hacerlo y lograr estupendos resultados,

Desde esta óptica, la evolución que el mundo corporativo ha tenido respecto a los códigos de vestimenta ha hecho que las personas se sientan mucho más cómodas en cualquier situación, desde una reunión en la oficina vistiendo de una forma casual, ¡¡hasta dando una TED Talk usando tenis!! Y creanme, cuando te sientes y estás cómodo se proyecta.

Por otro lado, las empresas se tuvieron que adaptar rápidamente a estos nuevos códigos de vestimenta, algunas ya aplicaron estos cambios, otras no lo han hecho pero están en el proceso y otras definitivamente no lo quieren ni lo piensan hacer, ignoran totalmente estos nuevos códigos.

Hace un par de meses fui invitada a una comida casual en viernes, organizada por una empresa enfocada a la tecnología, la verdad estaba muy contenta porque era un evento organizado por mujeres y para mujeres de la industria de IT y es el escenario perfecto para reencontrarte con viejas conocidas, con actuales y con nuevas personas que pueden aportar mucho valor a tu networking.

Cuando recibí la invitación electrónica, revisé fecha, horario, lugar, confirmé mi asistencia y en ningún lado venía indicado el famoso “dress code”, asumí que al ser viernes y en horario de comida mi vestimenta podría estar perfecta en jeans, blazer y unos stilettos, llegando al lugar donde se iba a llevar a cabo el evento, el personal encargado de la entrada me dijo contundente “señorita, usted no puede pasar” y yo “¿me puede explicar por que?, aquí traigo mi invitación, y si me hace el favor de contactar a la persona a cargo del evento le puede indicar que estoy confirmada”.

Me ignoró y continuaron pasando al evento otras invitadas, insistí y me dijo “en este lugar no se permite la entrada en jeans” y en serio les juro que me quedé impactada que en pleno siglo XXI, existan empresas tan poco flexibles y que no están dispuestas a evolucionar. Me comuniqué con la persona que me invitó y me dijo que no podría asistir porque se había enfermado de covid y que iba a contactar a alguien más para que bajaran por mi. Le pedí educadamente al personal de la entrada que me acompañara al salón del evento para que le indicaran que estaba invitada y se negó rotundamente.

Pacientemente esperé, transcurrieron los minutos, ¡¡y en menos de lo que pensé había pasado media hora!!, me veían verdaderamente como una intrusa y yo seguía a la espera de que alguien bajara por mí, hice un último intento y pedi nuevamente que me permitieran entrar y la repuesta fue “Señorita, este es el Club de Industriales de la CDMX y en nuestro reglamento no podemos permitir la entrada a nadie con jeans y mucho menos si no es empresaria”, mi repuesta fue”entiendo su reglamento, pero yo no estaba enterada y la invitación no lo indicaba, y ya que estoy aquí, le agradecería mucho su apoyo para permitirme la entrada porque me están esperando”, fue un momento incómodo y absurdo ¿quieren saber si me dejaron entrar?

Lamentablemente no fue así, antes de irme, les dije con la diplomacia que me caracteriza que la flexibilidad, la atención al cliente y la resolución de problemas son parte de la imagen pública y de la reputación de una empresa.

En ese momento para mí la imagen pública del Club de Industriales quedó muy deteriorada. Creo que mi comentario no le causo nada al personal a cargo del acceso, porque justo cuando me iba y frente a mi, dejaron pasar a otro salón a un par de caballeros ¡en saco y jeans! Eso me pareció una practica totalmente machista, pero ese será tema de otra columna.

Cuando me fui del lugar estaba incrédula, molesta y decepcionada. Pero esta experiencia queridos amigos, nos deja 4 enseñanzas básicas que quiero compartirles para que a nadie le suceda esto:

  1. Las empresas organizadoras de un evento deben preguntar si el lugar donde se llevará a cabo requiere un código de vestimenta particular y hacérselo saber a sus invitados.
  2. La invitación de todo evento debe llevar la nota del código de vestimenta para que los invitados no pasen por una experiencia desagradable cuando se les niega la entrada por esa razón.
  3. Cuando eres invitado, si tu invitación no indica el código de vestimenta, es mejor preguntarlo para ir totalmente alineado y evitar sorpresas desagradables.
  4. El hábito no hace al monje. Imagínense que en el multiverso en mi vida paralela yo hubiera sido la esposa de Elon Musk (¡¡que suertuda!!) y estaba visitando el Club de Industriales en México para invertir y hacer un negocio en grande con ellos, ¿solo por ir en blazer y jeans tienen el derecho a prohibirme la entrada? ¡¡La verdad es que se hubieran perdido del negocio de su vida, y no les quiero contar lo que mi querido Elon les diría, para empezar, prohibida su cuenta en Twitter!!
  5. Las personas no deben juzgarte por tu forma de vestir, el valor como profesional no está en tu ropa, está en tus aptitudes, tus habilidades, tu experiencia, tu carisma y tu branding personal, pero siempre debes ser congruente, si eres casual sé casual, si eres muy formal sé muy formal, si te gusta usar tenis, úsalos, pero recuerda siempre adaptarte al entorno en el que estarás relacionándote, eso muestra respeto hacia los demás.

Más que tus jeans, la seguridad, la autenticidad y el conocimiento que tienes sobre los temas en los que eres experto, es lo que te hace único y es lo que va a aportar valor.

Así que te vistas como te vistas…. el hábito no hace al monje.

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