Samuel García llegó al poder de Nuevo León con una abrumadora ventaja de más de 10 puntos a su adversario de PRI y se hizo del poder de uno de los tres estados más productivos de México. Con más industrialización y desarrollo económico. Pero eso sí, también poder de narco y muchos problemas que conllevan a un estado con contrastes y que es un espejo de desigualdades y polarización como lo es el mundo y América Latina.
Samuel García llegó muy bien a poder, del brazo de Mariana. Como en un cuento de hadas. De hecho, todos los días publicaban su vida en “El Palacio” en sus respectivas redes sociales. Recuerdo la secuencia de fotos de la llegada de Mariana Rodríguez entrando a palacio de gobierno de Nuevo León vestida de fantasía de Cenicienta con efectos de filtros de su Instagram. Era la vida digital perfecta para todos. Y un perfecto círculo virtuoso. Buen contenido para la audiencia ávida de este tipo de aspectos de la nueva pareja de gobernadores y controlar el poder desde el teléfono con sonrisas, colores, logotipos y variaciones de filtros. Más forma que fondo. Era el círculo virtuoso perfecto. Porque todos tenían lo suyo.
El secreto de una vida digital perfecta es el equilibrio entre lo offline y lo online y a Samuel García se le olvidó esto. Para tener un mejor control de las audiencias y de la comunicación estratégica política es necesario equilibrar la balanza entre los mensajes que se dan offline y online y Samuel y Mariana, sólo se concentraron en contar su historia en la vida digital. Se aislaron de su pueblo en la forma más elemental, lo offline. Y esto tarde o temprano explotaría en una especie de malestar social que despertaría en contra de su imagen. Nadie, nadie, puede vivir sólo de sus glorias y audiencias digitales porque se aliena y pierde el control de la realidad. Es indispensable darse chapuzones offline para tantear el terreno y así no perder la noción de la realidad de las audiencias reales.
Tarde o temprano, la realidad de un México les explotó en el palacio a Mariana y Samuel y traspasó su híper realidad digital. En un país lleno de feminicidios, uno se hizo muy viral. Debanhi Escobar una joven de 18 años misteriosamente desaparece y su cuerpo aparece sin de vida en circunstancias con mucha incertidumbre y negligencia por parte de las autoridades de investigación y la fiscalía del estado. Samuel y Mariana salen de su palacio para enfrentar a manifestantes, como si enfrentaran un “LIVE” más y se dan cuenta que están frente a una realidad offline. Una realidad real. Con madres que gritan desesperadas porque no encuentran a sus hijas desaparecidas y los acusan porque desde su posición de privilegio no conocen el verdadero miedo. Los rostros de Samuel y Mariana nunca habían enfrentado algo igual. Están descolocados, fuera de ligar. No es su ambiente. Lo offline y la cañería de la sociedad no les queda bien, no saben manejarlo bien. Eso si no se les da. Eso no es gobernar desde sus teléfonos. Algo pasa, algo no funciona. Esto no estaba en el algoritmo ganador.
¿Qué se acabo el juego? ¿Se acabaron los corazones? Es está por verse, pero por un momento pienso: ¿Qué puede hacer Samuel García con un estado como el de Nuevo León que enfrenta problemáticas tan complejas con apenas 35 años? ¿Y Mariana Rodríguez como primera dama del estado, con 26 años? ¿No les estaremos exigiendo demasiado? El problema no son ellos, siempre lo he dicho. El verdadero problema somos los electores y las audiencias que somos los que les damos el verdadero poder que tienen.
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