“Podemos lograr lo imposible; nadie define nuestros límites”, afirma Laura Frade, Associate Vice President en A+ Group. Con 10 años liderando campañas premium, su enfoque en excelencia, orden y trabajo en equipo marca la diferencia.
Una visión inclusiva y basada en el talento
Laura ha mantenido un compromiso firme con sus clientes, acompañándolos en cada fase de sus proyectos para garantizar un seguimiento óptimo y resultados sobresalientes. Su pasión por la organización y la planeación se refleja en su liderazgo: estructura equipos eficientes, coordina con precisión cada etapa de las campañas y asegura una ejecución impecable en cada entrega.
Laura cree que negar oportunidades a las mujeres en puestos de liderazgo limita el desarrollo del talento y la riqueza de enfoques. En A+ Group, ha sido parte de un modelo que apuesta por la inclusión, donde el género no define las oportunidades, sino las habilidades y capacidades de cada persona.
“Creo firmemente que la inclusión es fundamental para el éxito y la creatividad en nuestra industria. Para hacerla más inclusiva hemos revisado y ajustado nuestros procesos de contratación para asegurarnos que reflejen diversidad”, afirma.
Liderazgo inspirado en el ejemplo familiar
La inspiración de Laura nació en casa: su madre y abuela, mujeres que equilibraron trabajo y hogar, le demostraron que el liderazgo femenino no era una quimera, sino una herencia tangible. “Siempre las vi crecer profesionalmente; eso me hizo aspirar a dirigir equipos”, recuerda. Hoy, como Associate Vice President en A+ Group, Laura encarna ese legado: combina ambición con empatía, guiando a su equipo mediante estructura, compromiso y claridad metódica. Su filosofía se nutre de una dualidad poderosa: la audacia para perseguir sueños (“nadie define nuestros límites”) y la disciplina para transformarlos en realidad.
Con una década liderando campañas premium, ha perfeccionado un estilo que fusiona excelencia operativa con inteligencia emocional. Su secreto: su pasión por organizar. “Disfruto mucho organizar lo cual impacta en mi liderazgo porque me tomo el tiempo para organizar a mi equipo, la empresa, los proyectos y todo lo que va llegando a mis manos”, confiesa. Esta habilidad es el eje de su liderazgo: al estructurar procesos y asignar roles con precisión, no solo optimiza resultados, sino que cultiva un entorno donde cada miembro sabe su valor. “Organizar no es controlar, es crear espacios para que otros brillen”.
Para ella, el liderazgo es coherencia: “No pido lo que no doy”. Trabaja codo a codo con su equipo, comparte créditos y celebra errores como motores de aprendizaje. Su abuela y madre, desde la retaguardia, sonríen: aquella niña que admiraba su resiliencia hoy es prueba de que el liderazgo auténtico trasciende generaciones.