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Babelia

Claro que No se Olvida. (2 de 3)

Por Manuel Moreno Rebolledo

manue21.jpgGraham Greene decí­a que siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar el futuro.

La noche de ese miércoles, en la fuente de sodas del Superama, que recién habí­a sido abierto en la esquina de mi casa, y en la fila para que me dieran los hot dogs que ya habí­a pagado, una señorita en una breví­sima minifalda y una pantiblusa entalladí­sima (que desgraciadamente ya no fabrican) y que portaba una banda de tela que decí­a “Bimbo” con todo y osito, se me acercó para revisar mi ticket y decirme que por la cantidad de hot dogs que llevaba, me tocaban dos paquetes de producto. En lo que me marcaba el boletito y me daba los panes, por una extraña razón, comencé a sudar copiosamente. Seguro no fue por la primer promoción que viví­ en mi vida.

““Qué bueno que pasó temprano señora, ya casi vamos a cerrar. ““¿Por qué tan temprano? Siempre se esperan a pasaditas de las 8, le contestó una vecina al encargado de la tienda. ““Pues la verdad no sé. Sólo nos dijeron que a las 8 no debí­a haber nadie en la tienda y ya estuviera cerrado.

Mientras seguí­a en la tienda, no dejaba de pensar en la canción de The Lettermen, “Going Out of My Head”, flechado por mi primera promoción y dando vueltas a lo menso a ver si en cada una podí­a echarle otra mirada al área de fuente de sodas. Regresando a mi casa, y aun con la música por dentro, algo terriblemente desagradable me paró en seco al entrar, con lo que adiviné la llegada de mis tí­os: Los Grandes í‰xitos de Ray Coniff en el tocadiscos. No era raro que mis tí­os pasaran a vernos entre semana. Cuando no pedí­an poner ese disco, se poní­an a oí­r el radio con mis papás: Radio Centro: Música Ligada a su Recuerdo, ““donde lo más moderno eran las Hermanas íguila interpretando canciones de Agustí­n Lara”“, y donde anunciaban el jabón Palmolive ““”Palmolí­vese y embellézcase, decí­a el jingle”“; o Radio Variedades ““donde poní­an la odiosa canción de Los Piccolinos “Yo, tú y las Rosas” o a Angélica Marí­a “Cuando me enamoro” o las adaptaciones chafas de las canciones en inglés que eran más fresas que buenas.

““¿Cómo que querí­as ir a la manifestación? ¿Qué eres comunista o qué?, le decí­a mi tí­o a mi hermano. ““Déjalo Fernando, decí­a mi mamá, al final no fue. ““Pero es que mí­ralo que pelos; ¿desde cuándo no vas a la peluquerí­a?. Y ahí­ va el babotas de su servidor a decirle: ““si yo no me lo dejo largo porque no me dejan en la escuela. ““Ah que muchachito tan contestón. ““Además no son comunistas, son amigos de mi hermano y yo los conozco, no son comunistas, seguí­ (ni idea tení­a de lo que era esa palabra, pero no me caí­a bien ese tí­o, siempre se la pasaba criticándonos la música que oí­amos o cómo nos vestí­amos). ““Un “ya cállate” de mi papá, bastó para que ellos siguieran en sus cosas y nosotros en las nuestras.

Llegó la hora de la cena y yo seguí­a suspirando por la fuente de sodas. Habí­a muchas cosas que a mi corta edad no me explicaba: ¿Por qué tení­an “escondido” mis papás el libro de “El Valle de las Muñecas”? ¿Por qué no me dejaron ir con ellos al cine a ver “Prudencia y la Pí­ldora” ““si el tí­tulo parecí­a chistoso”“? ¿Por qué no me habí­an dejado entrar a ver “Los Cañones de Navarone” y sí­ podí­a ver los domingos en la noche “Combate”? ¿Por qué sí­ me dejaban ver “La Caldera del Diablo” y no me dejaron ver “El Graduado” o “En el calor de la Noche”? ¿Por qué todos decí­an que la obra “Hair” estaba a todo dar si todos salí­an de pelo largo? ¿Por qué decí­an que los de pelo largo eran comunistas? ¿Los Beatles eran comunistas? ¿Por qué no hací­an también una promoción de 2×1 con los discos de los Beatles? ¿O de los comics de Archie, Batman o El Conejo de la Suerte? ¿De verdad habí­a un conejo en la Luna? ¿Por qué los Twinky Wonder no traí­an regalo como los Submarinos?

Esa noche me fui a dormir pensando en que al dí­a siguiente sí­ abrí­a clases.

““¿Bueno? Contestó mi mamá la extensión de su recámara, despertándonos, sin querer, a todos. Eran las dos de la mañana. ““No Licha, no está aquí­ tu hijo. ““No, mi hijo no anda con ellos, no lo dejé ir. ““¿Tampoco ellos? ““Sí­ por favor, aví­same en cuanto llegue. ““¡No me digas!, No, no vi la tele. ““Bueno, cálmate y llama cuando lleguen, vas a ver que no les pasó nada. Colgó. ““Era Licha, que Pepe no aparece, dijo mi mamá guardando algo para sí­. ““Que tampoco han llegado los hijos de Sandra ni la hija de Tere. Asómate a ver si ya llegaron los muchachos, me dijo. (Hablaba de Beto, Miguel y Toño que vinieron de provincia para estudiar y a quienes mi mamá rentaba los cuartos de la parte de atrás de la casa). No, dijo mi hermano, todaví­a no llegan”¦

Dicen que a un niño no hay que pararlo de madrugada. Necesita poco para cargar nuevamente la energí­a y ya no se puede volver a dormir. Así­ me pasó esa madrugada, ya jueves 3 de octubre. Ya no pude dormir y, lo más quedito posible, prendí­ mi radio de transistores para ver si “pescaba” alguna estación que todaví­a estuviera “al aire”. La “W” lo estaba, pero no me gustaba la música que pasaban; también lo estaban Radio Centro, la B Grande de México y Radio Mil. Ahí­ me detuve un momento:

““”Desde esta tarde le informamos como cada hora, que una balacera provocada por los agitadores, fue registrada en Tlatelolco”, decí­a el locutor”¦

Continuará el próximo miércoles”¦

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