Después de haber realizado una previa prospección y haber cerrado una venta con el ahora cliente, es momento de que conozcas cómo tratar con él. Porque sino te lo contaron antes, cada cliente tiene un comportamiento distinto. Así es. Gran sorpresa; pero aquí estamos para hablarte de una clasificación que te puede ayudar a diferenciar sus características clave y así orientar tu servicio al cliente u otras estrategias para satisfacer mejor sus necesidades y demandas.
Práctico
Un cliente práctico es aquel que como consumidor se centra en el conocimiento del producto; además, entre sus principales deseos se encuentra tener de tu atención: confianza, consejos, referencias, fiabilidad, fidelidad, eficacia, facilidad y simplicidad.
Sin embargo, algo que teme es lo complejo, es decir, las molestias, retrasos que tendrá que pasar para tomar decisiones rápida o comprender los beneficios y ventajas de tu producto o servicio.
Innovador
Generalmente este tipo de cliente se siente atraído por la novedad y la adulación. En otras palabras, es versátil. Por tanto, lo que más desea como consumidor es recibir reconocimiento por sus conocimientos; cómo estrategia lo que puedes hacer ante este tipo de cliente trata de presentar tu propuesta como un proyecto a la medida de este cliente. Personaliza.
Sentimental
Hablamos de un cliente sentimental cuando le gustan las relaciones humanas: por ejemplo, le gustan tus visitas regulares a su hogar o negocio; además, es comprensivo y gusta de las conversaciones profundas, claro, sobre tu producto o servicio. Sin embargo, algo importante que debes saber sobre este tipo de clientes es lo siguiente: si tu propuesta de valor no corresponde a lo que prometiste. Definitivamente sentirá un abuso de confianza de tu parte, algo que no te va a perdonar. Al final, te catalogará como un mercenario. Un vendedor sin ética. Una persona interesada.
Por esa razón, lo que debes hacer es ofrecerle referencias de clientes satisfechos por tu producto; además, genera un clima de confianza y en caso de que llegues a no cumplir una promesa, considera reparar el error. Así, darás la impresión de que la marca o tu compañía velan por sus intereses.