En tiempos económicos turbulentos y con tanta incertidumbre, es bien sabido por todos que las empresas comienzan a reestructurar sus presupuestos, con la finalidad de optimizar los recursos que tiene, para aprovecharlos al máximo. Entre las principales áreas que padecen esta adecuación está el marketing y publicidad. Un comportamiento habitual de las compañías cuando no hay el panorama económico se mancha con nubarrones de crisis, es disminuir el dinero destinado a la publicidad e incrementar los recursos dirigidos a la promotoría, con el objetivo de generar un flujo de efectivo mucho más rápido. Si nos centramos específicamente en el BTL, uno de los campos que normalmente se ve afectado por los recortes presupuestales es el event marketing.
Si en nuestra mano tenemos todas las estrategias que podemos realizar, ¿cuáles serán más conveniente jugar? ¿Cuáles podemos descartar? Es quizá algunas de las primeras cosas que se deben considerar para reestructurar el presupuesto para el área de marketing.
Centremos en analizar el event marketing como pieza estratégica. Un evento no solo ayuda a verificar la capacidad de convocatoria con la que cuenta una marca, sino que también nos permite humanizar a la marca en cuestión. A través del contacto human to human, las empresas generan empatía y conectar de manera más directa con los clientes, de un modo del que difícilmente se puede lograr con otro tipo de herramientas.
A través de distintas acciones de event marketing se puede generar un engagement considerable para la marca. El trato que reciba el cliente-invitado a un evento puede hacer se se sienta valorado y apreciado por la firma. Es decir, la percepción de la relación consumidor-marca se estrechará y ellos dejarán de sentir que sólo son una fuente de ingresos para la empresa.
Estratégicamente, el event marketing puede ayudar a generar lazos estratégicos de negocio. Es decir que un evento funciona como un punto de encuentro entre distintos profesionales, lo cual puede servir como una estrategia de networking.
