Justo acabo de terminar de ver el discurso de victoria de Obama. Impactante. Cómo un buen orador puede llegar ten lejos.
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Cómo la retórica puede ser tan poderosa y esto me pone de buen humor, porque cada día compruebo que la forma es fondo y el fondo es forma. Qué digamos y cómo lo digamos habla mucho de la sustancia que contenemos en nuestro discurso. Lo más triste que puede existir es un individuo sin sustancia y sin contenido. Triste final a quien no lo arrastra el motor de una pasión. De los apasionados será el infierno de la locura, pero la ventura de vivir.
Justo miraba el apasionado y hasta intenso discurso del ganador Obama, y observaba el trazo de la retórica con el que fue redactado, ensayado y entrenado. Y fue cuando noté un detalle interesante. Los asistentes en la casa de campaña de Obama en Chicago, ondeaban unas banderitas, sí todos uniformados, sacudían unas banderas del mismo tamaño que les fueron entregadas como para uniformar su celebración. Distraídos en su euforia cumplían con su función de ser un gran motor sacudidor de banderas.
Maravilloso. Maravillosa maquinaria viva de BTL. No me maravilló tanto esta activación quizá, lo que me impresionó más fue que estas banderitas uniformes y del mismo tamaño eran de EE.UU y no del partido demócrata. Esto me pareció el cierre de campaña genial, la cereza deliciosa que culmina una gran batalla de mensajes que es una campaña política.
El equipo de campaña de Obama, prontamente repartió estas banderas ya preparadas para mandar el mensaje integrador a todo EE.UU: “OK, alguien ganó, alguien perdió pero todos somos EE.UU”. Y con esto siguen sumando capital social aun de personas que jamás votaron por la fórmula Obama. Este mundo es de detalles, este marketing de BTL es de detalles. Hay que estar siempre alerta.
