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¿Qué es la cultura de la cancelación y cómo afecta a las relaciones públicas?

Relaciones Públicas

La discusión acerca de la cultura de la cancelación, sobre si es un recurso poderoso para hacer justicia social o si más bien se ha convertido en una forma de censura a la libertad de expresión ha empezado a afectar directamente a las empresas en cuanto a la forma en la que hacen campañas de relaciones públicas. La pregunta es: ¿qué tanto deben poner atención las marcas para no ser “canceladas”?

Empecemos por definir qué es la “cultura de la cancelación”, porque para algunos supone una nueva forma de ser políticamente correctos… y para otros, significa remontarnos a la época en donde cualquier opinión era silenciada. Cuando más bien, se refiere a una forma de señalar aquellas opiniones, expresiones y representaciones hirientes o inaceptables para un grupo, esto con el afán de continuar con un ambiente de respeto, “cancelando” así narrativas dañinas promovidas por el status quo.  

Esto se ha vuelto aún más popular al delatar actitudes racistas, homofóbicas y machistas, como consecuencia de movimientos como #MeToo y #Blacklivesmatter. Ha llegado a tal grado de importancia, que algunas personas han perdido sus trabajos por ser canceladas, sin la posibilidad de enmendar o arreglar sus acciones. 

Figuras de alto perfil han sido desafiadas y criticadas públicamente por aparentes irregularidades por parte de los medios durante décadas. Ahora más que nunca importa mucho la imagen y los valores de una empresa, por lo que se debe poner especial atención en quiénes representan sus campañas, pues podrían meterse en serios problemas. 

Vivimos en tiempos que no perdonan, y más usando redes de comunicación que parecen efímeras, pero que, en realidad, tienen una estupenda memoria. Puedes ser cancelado por una foto de hoy o por un comentario que hiciste hace 10 años.

La cancelación tiene que ver con la reputación de una persona, marca o institución. Y si bien todas las culturas han encontrado formas de establecer sanciones sociales a quienes se salen de la norma, lo nuevo de esta práctica es que está profundamente ligada a las redes sociales, aunque sus consecuencias pueden exceder ampliamente esa esfera.

Actualmente, debido a las cuarentenas nuestra vida social se ha reducido a las pantallas. Muchas personas pasan cada vez más tiempo en casa e invierten más tiempo usando las redes sociales, lo que ha resultado en muchas “cancelaciones”. 

 

¿Qué hacer para no ser “cancelados”?

La respuesta está en tener una buena campaña de relaciones públicas. De esta manera, famosos con un buen equipo de RRPP generalmente logran salir ilesos de cualquier incidente cercano a la cultura de la cancelación y de una ola de críticas hacia la marca que los contrató.

El problema para algunos es que gran parte de la sociedad sigue sin conocer las “nuevas” normas, debido a esto parecen no entender por qué aquellos grupos que normalmente se quedaban callados ante las injusticias, ahora van por la vida exigiendo respeto. En la actualidad, la comunidad LGBTQ+, las mujeres, las personas neurodivergentes, las comunidades indígenas y personas racializadas van por ahí usando redes sociales y compartiendo su indignación hacia lo que se consideraban prácticas comunes y “solo chistes”.

Antes solo teníamos acceso a los datos oficialistas; si queríamos saber de un tema actual, necesitábamos ver la televisión, o comprar un periódico, pero ahora basta voltear a ver nuestros teléfonos para leer las versiones y puntos de vista de quienes están en el lugar de los hechos polarizando las opiniones hacia extremos opuestos. 

 

¿Se puede usar la “cultura de la cancelación” para dañar a alguien injustamente? 

Por supuesto, aunque la intención sea buena, señalar a personas que han hecho “algo malo” se ha llevado a un extremo tóxico. Existen varios ejemplos de personas famosas que han tenido que desaparecer de redes sociales debido a la cantidad de comentarios ofensivos que reciben por haber cometido un error. Asimismo, directivos que en un intento de limpiar la imagen de su empresa desechan públicamente a sus empleados por un malentendido, tampoco los apoyan de ninguna manera, con todas las consecuencias negativas que eso pueda tener.

Pero ahí el problema no es la rendición de cuentas exigida por la sociedad, más bien sería la falta de estrategias adecuadas a la hora de hacer una campaña publicitaria en donde no cuadra la imagen de los influencers, cantantes o actores con los valores de la marca. El asunto no es la crítica, sino la toma de decisiones para cambiar el panorama.

Una de las razones por las que “la cultura de la cancelación” asusta tanto es porque el mundo está cambiando. Básicamente, cualquier persona tiene acceso a herramientas que de cierta forma democratizan las ideas, y lidiar con este cambio puede ser difícil para marcas desactualizadas.

Aparece ahí una dimensión clave y que diferencia a la cancelación de la mera y legítima expresión de crítica o repudio ante una opinión injusta, odiosa o controvertida. La cancelación pide consecuencias. Que exista una sanción que en muchos casos trasciende el ámbito de lo online. Lo cual supone un punto bueno, ya que significa que hay personas que usan su voz para demandar respeto, lo cual es imprescindible para vivir en sociedad.

 

 

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