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Autoestima laboral, algo con lo que hay que lidiar

María Elena Betancourt, columnista de InformaBTL

Sí, es real, el autoestima laboral existe, hay estadistas que muestran el grado de autoestima que tiene toda un área dentro de una empresa, en su mayoría es baja. Por supuesto, ésta está conformada de seres humanos, es obvio que todos tienen una autoestima y que los resultados son un reflejo de ella.

¿Qué es la autoestima?

Aunque ya todos sabemos qué es el autoestima, nunca sobra la explicación; es el concepto que tenemos de nosotros mismos, la valoración que le damos a nuestras acciones y pensamientos, cuanto aceptemos y respetemos nuestra persona y todo lo que ella conlleva. Es el nivel de satisfacción personal, obvio basado en un autoconocimiento. Ésta puede ser alta o baja, siempre fluctúa, nunca es estable, depende mucho de las experiencias, momentos, pensamientos, etc.

Cuando hablo de autoestima, trato de explicar que la mayoría de nuestra generación la tenemos baja porque nuestros criterios son pobres y se basan en cuestiones exógenas. En los 80s hubo un auge muy fuerte acerca de este tema y la importancia de fomentarla positivamente en los hijos, por lo que los padres se emocionaron tratando de darnos una autoestima alta pero sólo la regaron (lo siento papás, pero es verdad). Lo único que hicieron fueron acostumbrarnos a necesitar un reforzador externo. El autoestima que nos dieron se basó en lo que los demás creen de nosotros.

Hemos vivido con una autoestima mal encaminada

No me dejaran mentir, es muy común que necesites que tu jefe apruebe tu trabajo y te diga que lo has hecho bien para sentirte a gusto con el resultado. O que si no toman en cuenta tu opinión en seguida te bajoneas. Esperas que todo lo que digas sea aprobado y si no lo es, hasta ganas de renunciar te dan. Todo el tiempo esperas el reforzador externo. Ese reforzador al que te adiestraron diciéndote que tus dibujos eran mejor que los de Picasso, que eras la más hermosa de todas y que no había niño más inteligente que tú. Todo el daño que te hicieron tus papás al darte la respuesta que esperabas en lugar de hacer que tú pensaras en tu resultado y en una respuesta generada por ti. No sólo te dieron una autoestima que nace del exterior hacía adentro, sino también alta y falsa, creando pequeños narcisos.

He trabajado con adultos, adolescentes y niños, y todos, o bueno, la mayoría, tenemos esa costumbre de preguntarle al otro lo que piensa respecto a nuestro desempeño. Necesitamos la aprobación del de enfrente porque dudamos de nosotros mismos, de nuestras capacidades y, el reforzador exógeno nos da esa seguridad. O acaso no te suena el “¿me veo bonita?, ¿te gustó cómo quedó?, ¿crees qué está bien?, ¿te gustó la presentación?”, etc. No importa donde sea, si es con tu pareja o con tu jefe, si no viene alguien a decirte lo hermosa o guapo que estás o lo buenazo que eres para tu chamba, crees que no estás siendo valorado y eso afecta en todo lo que haces.

He dado coaching a puestos directivos porque el autoestima del área operativa está baja y tratamos de implementar estrategias para poder subirla poco a poco y darles herramientas que les ayuden a sentirse parte de la empresa y que no están en un sitio que nos los valora. ¡Ojo!, esto muchas veces es verdad, el recurso humano se ha cosificado y hay que entrar para cambiar estas conductas que los jefes tienen con sus empleados y que sólo dañan la moral. Sin embargo cada vez que entro a hacer intervención, tengo que aclarar que nuestra aportación tiene un alcance limitado, es decir, podemos cambiar cosas que dependan de la empresa pero no podemos cambiar algo que depende del inconsciente colectivo de sus trabajadores, y aunque el conocer de donde viene el autoestima baja y cómo funciona este inconsciente nos ayuda a controlar el ambiente, sigue siendo una variable independiente.

Cómo elevar la autoestima

Ahora, daré tres tipos de consejos para abarcar a todos los involucrados: los jefes que pueden hacer algo diferente para subir el autoestima de sus empleados, los empleados que tienen que trabajar en ellos mismos para su desarrollo personal, y por que no, para los que son papás y pueden prevenir estos problemas y cambiar la situación laboral del país con sus hijos.

Como jefe:

Siempre piensa que tus trabajadores están en la oficina más tiempo del que pasan en su casa y que cuando llegan a ella, muchas veces siguen en el trabajo (porque blackberry). Esto nos hace pensar que sin importar si hacen bien las cosas o no, todos elaboran un verdadero esfuerzo por estar más tiempo y eso se agradece. Entiendo que como líder transaccional, tú les das su sueldo por ese trabajo o tiempo, pero piensa más como un líder transformacional, con un pequeño discurso cada lunes de los objetivos alcanzados y cómo se lograron gracias a ellos puede generar grandes cambios.

Empieza a quitarles el signo de pesos o el número a tus empleados; recuerda que son personas que sienten, piensan y actúan con base en sus experiencias. Está en tu poder que ellos se lleven experiencias laborales más amables. Un break para café o para un lunch pueden hacer la diferencia. Un espacio para despejar la mente, alguien que regale masajes de 10 minutos, etc. Hay un sinfín de cosas que puedes hacer para elaborar un programa de well-ness que eleve la actitud positiva.

Ayúdalos a generar un auto-conocimiento que les permita hacer consciencia de sus fortalezas, áreas de oportunidad y debilidades. Si una vez al semestre inviertes un poco en pruebas psicológicas y psico-neurológicas para evaluarlos y poderles dar un feedback adecuado desde un enfoque humanista y no capitalista, esto poco a poco los podrá encaminar a un self-awareness que impacte en sus labores.

Dales herramientas para que puedan lograr los cambios que necesitan, capacítalos, no sólo laboralmente sino emocional y psicológicamente.  Claro que todo el tema de coaching es súper efectivo, pero siempre y cuando se haga desde el lugar adecuado. Cuando el empleado tiene más que definido que la única razón por la que les das esos “cursitos” es para hacerles cocowash y que generen más dinero para ti, ¡ya valió todo! Para que verdaderamente funcionen, tienen que tener en la mente que lo haces porque hay un interés fidedigno por su bienestar y la única forma de hacérselos ver, es siendo congruente siempre y en todo momento; en la paga, en los descansos, en las prestaciones, en el trato, etc.

Como empleado:

Primero tienes que saber que el hacerte sentir bien, no es responsabilidad de nadie más que tuya. Así que no se la delegues a nadie pues sólo fracasarás teniendo expectativas en los demás, mejor concéntrate en cómo hacerle para qué tú desarrolles una autoestima sana y no estés esperando el reconocimiento del otro.

No olvides que seguro haces algo bien, encuentra tus fortalezas y construye sobre ellas, eso lo decía Jobs, no yo. Vuélvete consciente de tus debilidades pero no seas flojo o desidioso y trabaja en ellas. Desde un libro de autoayuda hasta terapia o coaching, lo que quieras pero no olvides que siempre puedes volverte una mejor versión de ti mismo.

Festeja tus fracasos, y entre más grandes, más festejo. Lo importante es que estás aprendiendo y de fracaso en fracaso, se llega al éxito. Cuando nos damos la oportunidad de cometer un error y no ser nuestros peores jueces, estamos logrando que nuestra autoestima esté blindada contra golpes.

Trabaja en el auto-cuestionamiento para tener un análisis más crítico de tus acciones. No criticón, no te confundas. Regresamos al capítulo anterior donde tú controlas tus pensamientos y puedes elevar tu animo. Redirígete hacía lo objetivo, lo real; olvídate de los nuncas y siempres que sólo nos nublan la vista.

Como padre:

El verdadero cambio radica en ti. Tú eres quien podrá cambiar este paradigma tan grande (sin presión). Olvídate de adular a tu hijo constantemente, mejor acostúmbralo a que él mismo se cuestione su desempeño, cuando te pregunte si te gustó su dibujo, respóndele con un “te gustó a ti, qué le cambiarías, qué es lo que más te gusto”, así lo obligaras a pensar,  a hacer un análisis de lo que él hizo y a buscar una respuesta en su razonamiento, en lugar de darle una contestación que no le ayude y que siempre estará esperando para sentirse bien.

Se trata de fomentar una autoestima desde el interior, que nazca desde nuestro pensamiento. Ese pensamiento sólo se desarrolla con un cuestionamiento efectivo. Esto ya lo saben porque ya lo vimos en otros artículos. Si acostumbramos a nuestros hijos a cuestionarlos consecutivamente y formamos un habito para toda la vida, entonces tendremos adolescentes críticos y adultos con un autoestima interna y asertiva.

Permite que él haga cosas y se responsabilice de tareas de acuerdo a su edad, cuando fomentamos su autonomía, estamos ayudando a que se desarrolle un pensamiento de autoconfianza y será capaz de intentar cualquier tarea, siempre siendo consciente de sus limitaciones.

Como mencioné, el autoestima fluctúa, a veces está arriba y a veces a bajo, eso es lo normal, depende del día y de todo lo que se vivió, sin embargo, lo aceptable es que su baja no dure mucho, y que seamos capaces de reconfortarnos a nosotros mismos para seguir adelante, sin recurrir a los demás. Por eso es importante el auto-conocimiento, porque si bien en un ratito te puedes bajonear, recurres a tus recuerdos de éxito y a los pensamientos donde tus fortalezas tengan lugar y te permites recordar lo bueno que eres para unas cosas y lo cerca que estás de aprender otras.

Si tienes dudas acerca de cómo desarrollar programas de wellness, o estrategias para subir el autoestima laboral. ¡Escríbeme!

 

 

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