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Momento de rechazar: ¡ya estuvo suave!

Omar Rangel / Posadas

Decir NO es sin duda de las cosas más difíciles de hacer. Y se pone feo el asunto cuando tienes que decírselo a alguien cercano, por ejemplo: a un familiar o a un jefe en el trabajo, pero ¿por qué no nos atrevemos a decirlo?

Pueden ser diferentes factores, por ejemplo: temor a las represalias, dañar un imagen que los demás tienen sobre nosotros, sentir pena o lástima hacia los demás. ¿Es normal tener estos sentimientos? Bueno eso depende, a veces nos gana el corazón de pollo y terminamos comprometiéndonos con algo o alguien sin que haya sido nuestro deseo.

No podemos ir por la vida como si fuéramos unos hielos andantes rechazando a todo mundo por la pena o la lástima hacia los demás ya que precisamente estas sensaciones son las que nos hace humanos.

Haz el bien sin saber a quién

Algunas ocasiones nos vemos con la “obligación” de comprometernos con algo que no queremos aunque no nos guste; sin embargo, bien podríamos estar colaborando para una causa que consideramos loable, o bien, de alguien a quien apreciamos. Quién sabe, igual y ayudar a otros nos trae el beneficio de sentirnos bien con nosotros mismos, dejar la puerta abierta para algún favor futuro, etc. Eso bien podría ser un ganar-ganar.

¿Entonces cuándo debo rechazar a alguien diciéndole NO? Fácil: cuando nuestros intereses se ven comprometidos. No importa si es tu amigo, familiar, tu comadre o tu jefe. Si tú sabes que tienes la razón con argumentos y tus intereses se ven comprometidos (llámese tu economía, poner en riesgo a otra persona, sentirte comprometido a hacer algo que va en contra de tus valores y tu educación, tu tiempo, tus horas de sueño, tu felicidad y tranquilidad, etc.), ¡qué le piensas, rechaza!

Que te quede claro: no puedes fregarte por culpa de alguien más.

Una pendiente prolongada

¿Cuesta trabajo aprender a rechazar? Sí, mucho, al principio, pero es necesario hacerlo y no siempre sentir culpa por los demás.

La vida puede ser tan simple o tan complicada según aprendas a manejar las situaciones que se te presentan. Eres tú quien se puede echar la soga al cuello al no rechazar a las personas, pero también eres tú mismo quien puede quitarse esas cadenas de pagarla por alguien más.

Conclusión

Aprender a decir NO te libra de molestias innecesarias, forja tu carácter, te harás respetar (ya no abusarán de ti) y lo más importante: te sentirás bien contigo mismo dejando de hacer cosas o dejándote de comprometer con algo que no quieres ni te gusta.

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