Tal vez le ha tocado apreciar una escultura monumental a la entrada de una ciudad o en una plaza pública, su objetivo inicial fue dotar a la sociedad de arte, para luego convertirse en un ícono representativo de la comunidad de cara al exterior.
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La semana que concluye tomé un curso de Arte Contemporáneo impartido por Fernando Castro Flores y Miguel Cereceda, ambos, catedráticos de la Universidad de Madrid. El Dr. Cereceda fue el encargado de adentrarnos al mundo de las esculturas monumentales, su ponencia fue bastante enriquecedora, pues tocó la perspectiva desde el contexto de nuestro país.
El doctor madrileño ha emitido una tesis en la que continua trabajando, la cual vierte de la siguiente manera, comenta que los monumentos se levantan para conmemorar y desde su inauguración la tónica que se instala es el olvido.
Con lo anterior le doy un dibujo más cercano al dilema que planteo en el titulo, pues según el investigador la historia del arte de los últimos tiempos en nuestro país se basa en 3 etapas, el muralismo, la ruptura y la discrepancia, por lo que podemos apreciar en todas ellas, un arte que se produjo desde el estado con tintes revolucionarios, pasando por el abstracto para dejar de largo el realismo, para luego entrar en una dinámica de “romper” con la ruptura, por medio de la generación de espacios escultóricos.
Lo anterior supone que las mega esculturas fueron una arista artística que aunque se erigió con motivos de conmemoración o identidad, lo que en aquellos ayeres fue una excelente dinámica que le aportaba a la traza urbana atributos contundentes para su proyección turística y cultural, en la actualidad es una formula que no corresponde.
Según Cereceda el caso del escultor Sebastián rompe con su hipótesis, pues en lugar de ser un artista olvidado, el es quizás el más famoso y comercial, pues su marca esta por encima de su obra, lo que inaugura según el investigador el final y deterioro de esta etapa.
Antes de concluir el curso, le consultaba al conferencista la relación que existente entre las esculturas como una manera publicitaria de darle identidad a los destinos, bajo mi preocupación de que continua siendo una estrategia pública que persiste como constante en donde se involucra la corrupción de los gobiernos y el sobreuso del artista para repetirse las veces que sean necesario.
El investigador español visualiza una salida digna para los destinos, para el desarrollo cultural y para los propios artistas, la cual se basa en la generación de nuevos espacios escultóricos y monumentales que además de ser visibles por sus dimensiones, lo sean por medio de dotarlos con programas culturales y presupuestos para su ejecución, el caso más representativo al que alude es al museo Guggenheim, donde el monumento es un espacio arquitectónico – escultural con vida por medio de las colecciones que alberga y la detonación selectiva de contenidos que genera.
Como hemos visto, el BTL de aquellos arcos y puertas de entrada, ha migrado a casos como el Soumaya, por tanto, atravesamos una etapa en donde debemos replantearnos que queremos para nuestras ciudades, estoy seguro que en la mercadotecnia y en el arte, se tienen dos aliados seguros.