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Eutanasia virtual: la epidemia del social media y su 24/7

Arturo González columnista InformaBTL
Hay días que “no sé si cortarme las venas o dejarme las largas”, así reza una película que luego se hizo obra de teatro, la frase me recuerda que no sé si hacer drama o adaptarme a la voracidad de estar inserto en la “sobredisponibilidad”.

Hay días que “no sé si cortarme las venas o dejarme las largas”, así reza una película que luego se hizo obra de teatro, la frase me recuerda que no sé si hacer drama o adaptarme a la voracidad de estar inserto en la “sobredisponibilidad”.

Cuando te casas o tienes pareja, es común que las redes sociales se vuelvan un formato de monitoreo y control, pero lo preocupante es que esta dinámica se ha integrado al ambiente laboral, a las relaciones con los amigos e incluso los desconocidos (que te conocen), te exigen les atiendas a la menor brevedad posible.

La anterior exigencia se sustenta en que ahora todos somos públicos al exhibir nuestros perfiles, actividades y comentarios en la redes, o al poseer la aplicación en el celular o tablet, y entonces aceptar de manera pasiva su uso, como en el caso de los chats y mensajeros como WhatsApp.

En el caso de las empresas, después de la moda de los sitios web, se convirtió en un furor las redes sociales, por los que algunas empresas dejaron en el olvido sus páginas para apostar todas sus energías en las redes. Es momento de ver como estos espacios, han comenzado a caer en el desprecio de sus creadores, dejando por largas temporadas de procurarlos y de interactuar con sus usuarios.

He realizado un experimento durante casi 3 años, en el cual, he enviado mensajes, he comentado o citado algunas empresas, lo increíble es la cantidad de empresas que me han dejan en visto, pero lo peor aun son todas aquellas que ni siquiera le echaron un ojito a lo que les envié.

En el sector educativo, tuve experiencias en donde un mensaje fue contestado 3 años, argumentado que tenían cambios de encargado de redes sociales. En el rubro de la telefonía, el tema no es que no contesten, sino que solamente te dan el avión, te canalizan al centro de atención o a su lada 800, lo que te inserta en ese pin-pon que no termina hasta que los mandas a la goma.

Algunas personas y empresas están optando por la eutanasia virtual, por un lado lo que hacen es limpiar sus redes de usuarios, optando por eliminar a trolls y personajes que no tienen vela en el entierro de su giro o actividad, así como los de dudosa procedencia.  Otros están eliminado algunas de sus redes, pues es muy cierto que ahora existe una gran cantidad y lo mejor es orientar la estrategia a una selección determinada Algunos han decidido morir en el intento de abrir más cuentas, he visto anuncios publicitarios en las capotas de los taxis con hasta 5 redes sociales expuestas, un BTL de saturación al extremo.

Este tipo de marketing evidencia lo desesperados que somos, lo exigentemente frenéticos y el gran interés que algunos tienen por desaparecer, por lo menos virtualmente, pues como lo he explicado, puede ser una estrategia.

“Legalicemos entonces la eutanasia virtual, pero no desde la ley, sino desde el marketing”.

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