Escuchar a las personas que hacen marketing es divertido, siempre será gracioso oír las críticas hacia sus clientes, es una pretensión necia y constante de hablar desproporcionada y abusivamente del mismo; es un escenario donde este se despoja de todo secreto para que desde el marketing se analice, y cuando no se logra comprender la intensión, el acto, la motivación, surge la rabia, es como un amor sufrido y maltratado entre la marca y el cliente.
Más columnas de Irina Valencia:
2 cosas que no debe creer un publicista
Claves para hacer comunicación organizacional
El arte de hacer marketing TTL
Técnicas para venderle a una mujer
Y ese es justamente el error del marketing, creer que ha despojado de todo secreto al consumidor, creer que todo lo sabe, ni siquiera hay un intento por conocerlo porque ya da por sentado que lo conoce, “así no hay burro que trabaje”.
En el sentido que, el cliente siempre tiene motivaciones ocultas que le llevarán a diferentes procesos de compra, lo cual se puede prever pero no adivinar, y todo personaje de marketing cree conocer a su cliente desde una descripción del mismo y la experiencia que como profesional lleva en el sector tratando de comprender lo que nunca ha logrado: conocer a su cliente; aunque no se lo diga a nadie.
Sin embargo e independiente de lo gracioso que es escuchar estás conversaciones llenas de odio, hacia el cliente, es importante develar que el principal error del marketing es su imposibilidad de creer en la cultura y no desde unas costumbres y tradiciones ancestrales y folclóricas de una región, esto se trata de un concepto más transversal que permite el reconocimiento personal en una sociedad.
De tal modo que, la cultura está inmersa en los clientes y en la medida en que estos se relacionen, sus intereses y motivaciones van a cambiar, para lograr la pertenencia, entendiendo que la pertenencia es inherente a la condición humana, y en la medida en que esta, este permeada por la cultura, el ser humano tiene otras exigencias que deben apuntar a su satisfacción, reconocimiento social y pertenencia.
Así, los expertos en marketing pueden “romperse” la cabeza tratando de entender el comportamiento de las personas y criticando sus clientes, durante mil años y nunca van a comprender las motivaciones ocultas del consumidor que lo llevan a tomar decisiones de compra.
El marketing es más complejo de lo que parece, requiere de un entendimiento social para saber que nuestro producto tiene una representación simbólica para el cliente, donde la gente no compra lo que compra, compra opiniones, compra
miradas, sentimientos de admiración y envidia, de aquellos que le son más influyentes.
