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Pan con lo mismo

Seguramente ya has leído en alguna parte esa famosa frase de Albert Einstein “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. La teoría suena muy sensata e incluso, obvia.

Seguramente ya has leído en alguna parte esa famosa frase de Albert Einstein “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. La teoría suena muy sensata e incluso, obvia.

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El problema con esto es que muy pocas veces lo llevamos a la práctica. Nos convertimos en profundos creyentes del BTL con lo mismo y nuestra mente se queda a vivir ahí. Pero eso, como todo buen error, tiene sus orígenes entendibles (pero no aceptables):

1) El Miedo. Haciendo especial honor a aquella frase de “Más vale malo por conocido…”, desde aquellos días expuestos al bullying en los tiernos años de primaria, muchas veces nos aterramos ante la posibilidad de “cajetearla” con algún comentario o una propuesta demasiado arriesgados. Vamos por el camino seguro que elegirá el cliente, o el que ya le ha gustado al Jefe. Más vale….

2) La pereza mental. Quizá la más frecuente. Se manifiesta de manera natural con comentarios como: “Para qué hacemos eso, mejor la promoción que hicimos el año pasado que nos funcionó muy bien, ya está comprobado”. Además, como todo urge, no hay tiempo para la creatividad sino para la “practicidad” ¿correcto? Aplausos.

3) El síndrome del lacayo. Un insulto a nuestra propia capacidad de pensamiento: “Si, es muy buena idea, pero el cliente/jefe quiere la otra que ya hemos hecho, para qué hacemos olas” o bien, “Pues si, es hacer lo mismo otra vez, pero donde gobierna capitán…”. No se le contradice al jefe o cliente, diría la regla no escrita

Y es así como se crean estrategias, campañas y mensajes mediocres, que colaboran con su granito de arena, para que las compañías que si son innovadoras destaquen flamantemente entre las del montón.

Sin embargo, existen infinitos ejemplos de como el que pega primero gana. Las grandes ideas impactan una vez, y si se quiere volver a tener éxito, el reto está en superarse a sí mismo. Pensemos por ejemplo en la campaña del RedBull en la que un hombre se lanzó a la tierra desde la estratósfera. Si alguien hiciera lo mismo o si la propia marca lo volviera a repetir sin duda no tendría ni el 10 por ciento del impacto que tuvo.

Otro ejemplo, las máquinas expendedoras de Coca Cola que reparten felicidad. Una gran campaña, pero que no podrían repetir año con año. Coca Cola decidió repartir felicidad en lugar de hacer lo mismo que otras marcas.

Como pilón, aquí un video que encontré en la página de Harvard Business Review y pareció sumamente interesante para despejar nuestra cabeza de cotidianidades y generar ideas diferentes:

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