Siento desilusionarte, pero mi columna no se trata de la diatriba filosófica que propone que no existimos, que somos un sueño, sino de una realidad preocupante para algunos: La posible eventual autodeterminación de la Inteligencia Artificial (AI, en inglés).
Pero antes, dos casos: En el entorno de las manifestaciones que se dan en Francia por el tema de las pensiones, se viralizó en Twitter un video falso de Emmanuel Macron, presidente del país, en una supuesta declaración con relación a la vacunación contra la Covid19 en 2021. Con miedo, comparto que en la imagen sí se ve un Macron… aunque no es él, es una fake news lograda mediante AI.
El segundo caso es reciente, pues hace una semana se replicó masivamente un video de Donald Trump, expresidente de EU, siendo arrestado por policías para llevarlo a declarar por el caso de Stormy Daniels. Podríamos jurar que es él, ese tipo de gesto adusto, pero es AI.
Vemos en plataformas digitales videos cómicos de celebridades cantando y bailando, haciendo comentarios falsos opuestos a su postura conocida. Y este es mi tema: Si se ha suplantado a esos dos mandatarios, ¿quién está exento de ser replicado en su imagen a través, incluso, de aplicaciones gratuitas?
Machine Intelligence Research Institute, con sede en Berkeley, California, sugiere un alto total para conformar el marco ético constitucional de la AI, dado que ahora todo está a criterio de los desarrolladores de DeepMind y OpenAI, corporaciones sólidas dedicadas a generar sistemas de inteligencia artificial para cualquier industria, desde la logística hasta la mercadotecnia digital.
¿El riesgo, digno de un film futurista de terror? Que la AI comience a tomar decisiones con base en algoritmos autogenerados que no pasan por criterios éticos humanos. Dice Hollywood que recordemos Terminator, Yo Robot.
Para los desmemoriados: En 2017, Facebook anunció que “desconectaba el cable” de los experimentos de inteligencia artificial en la red porque las computadoras habían logrado desarrollar un lenguaje propio para comunicarse sin supervisión, dejando de lado el inglés programado.
Ya nos instalamos en Black Mirror.
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