Hace ocho años decidí emprender y fundar mi propia agencia, hace ocho años estaba saliendo de la universidad. Mi única experiencia de trabajo eran tres meses de trainee como copy hasta que me corrieron siendo trainee, sin paga ni nada me corrieron. Lo único que tenía en ese entonces era y sigue siendo hoy en día el deseo de tener una gran agencia, buscando darle valor a las ideas y traducirlas en ideas de negocios para las marcas.
Cuando me invitaron por primera vez a un pitch ni siquiera sabía lo que realmente era un pitch, su significado, su proceso, las reglas, los malos manejos detrás de esto. Los buenos manejos, etc.
Si mal no recuerdo la primera vez que fuimos a uno fue cuando la agencia tenía dos años, fue un desastre, no tenía idea de cómo estructurarla, cómo presentarla y mucho menos de cómo argumentarla para defender las ideas, no estuvimos ni cerca de estar como finalistas del proceso pero ganamos, aprendimos muchísimo.
Si la memoria no me falla, el segundo pitch al que fuimos no nos fue tan mal, gustó el concepto y la gráfica que proponíamos pero no nos quedamos con la cuenta, nunca supimos cómo cotizarla pero ganamos experiencia.
Estuvimos yendo a varios pitches y concursos hasta que en el cuarto año ganamos dos pitches seguidos, estos cambiaron el rumbo de la agencia y sin duda dos cuentas las cuales hoy en día estoy sumamente agradecido por haberse cruzado en nuestro camino.
Durante cuatro años estuvimos ganando en la parte de experiencia hasta que dos pitches se capitalizaron, uno de ellos tuvo que ser en inglés lo que representaba un gran reto ya que no es lo mismo hablar otro idioma que presentar una idea donde la lengua madre de los tomadores de decisiones no es español, la clave fue: huevos y ganas.
Puedo decir que esos dos elementos son lo que ha hecho que estemos hoy cumpliendo ocho años sin nunca perder una negociación. Esas dos cuentas lograron no sólo estabilizar a la agencia y poder mejorar las condiciones de la agencia, se ganó muchísima experiencia.
Aprendimos desde cómo poder brindar servicio corporativo, hasta ayudar a mejorar los formatos de entrega; desde implementar un orden en el trabajo, hasta cómo ingresar las facturas a compras, y cómo negociar con compras, porque convences con ideas a marketing pero con números a los de procurement; poder soportar y financiar proyectos a 60, 90 días sin tener la liquides teniendo que hacer magia con tus recursos y poder convencer a los proveedores que te den crédito.
Aún recuerdo el primer depósito que cayó ese viernes al medio día después de haber trabajado por más de 90 días sin pago, sentí tranquilidad. Los cuatro años siguientes hemos ido a decenas de pitches, siempre ganándolos: con experiencia o liderando la campaña.
Hoy tenemos nuestras reglas para participar, ya no vamos a todos. Hay pitches que huelen a relleno de Power Point para cumplir un proceso interno de los clientes, cuando tenemos esa impresión, no vamos. También hay pitches donde el panorama se ve muy complicado por las agencias contra las que vamos y muchas veces participamos porque son las que más aprendes en el proceso y poder mostrar tu arsenal creativo donde no hay mejor anuncio tuyo que presentando la visión de trabajo de la agencia.
Entramos al año 8, cerrando ciclos y abriendo otros. Ocho años después, estamos teniendo nuestro concepto de agencia, buscando romper los formatos de agencia, los formatos de hacer publicidad que no parezca publicidad. Seguiremos yendo a los pitches que creamos que debemos estar participando y seguir con nuestra racha de no perder ninguno.
En la vida como en los negocios, nunca se pierde, siempre se aprende. Que nadie te diga que no se puede porque la realidad es que con huevos, pasión y constancia, lo imposible es posible.
