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RR.PP.: Crónica de una conferencia de prensa mañanera de #Andresmanuelovich

Francisco Santamaria columnista InformaBTL
Estaciono mi moto y le ruego a la Santa Muerte que no le pongan araña o que me la roben. Me registro como medio y entro a la conferencia diaria mañanera de Andrés Manuel López Obrador.

La Ciudad de México está casi dormida. Como dormitando, con niebla y lagañas. Con poco movimiento y aletargada despierta. Son las 5:30 AM. En mi motocicleta aguanto el viento frío. Me comprimo y soporto el clima urbano. Los olores de la ciudad me van guiando al mismo tiempo que mi aplicación de WAZE. Por cada barrio, por cada colonia: mi destino es Palacio Nacional. El epicentro del contenido nacional. En donde todos los medios nacionales despiertan para recibir el contenido diario.

Entro por la calle de La Verdad y me detengo a tomar una fotografía de un altar de la Santa Muerte y San Judías Tadeo. Es increíble lo que es México, a escasos 100 metros del flamante presidente, hay un altar formal de los patronos emocionales de la delincuencia organizada. Es la Lagunilla. Estaciono mi moto y le ruego a la Santa Muerte que no le pongan araña o que me la roben. Me registro como medio y entro a la conferencia diaria mañanera de Andrés Manuel López Obrador. Paso el filtro de seguridad de la ayudantía que protege al presidente y un policía militar muy amable revisa con rayos X mi equipaje. Intento mantenerme despierto y camino como fantasma por los patios fríos y solitarios de Palacio Nacional. Los soldados y empleados de limpieza me van guiando con señas hacia el salón de la conferencia de prensa. La soledad, la emoción, la bruma, el frío y la curiosidad son mis compañeras. No hay sobre seguridad ni favoritismo. Todos somos iguales. No hay retórica y se respira ambiente de frugalidad.

06:40 AM. Ya estoy cerca de la primera fila, intento ocultar mi cara de dormido y apaciguar mi mar de bostezos. Todos los medios nacionales van llegando poco a poco, van atrincherando sus cámaras convencionales y tripiés de teléfonos para grabar en vivo el streaming para sus redes sociales. La iluminación en el salón es implacable, como en un gran set de televisión. Todos nos vemos y observamos bien, con claridad. Me da la impresión de que nos observamos unos otros, como una mirada entre curiosidad y alerta. Algunos periodistas se ve que ya se conocen desde hace mucho tiempo. Se hacen comentarios y plática gremial cotidiana:

—¿Te vas a aventar todo el año así con estas en la mañanera?—Le pregunta una periodista a otra mientras se termina de maquillar en su silla.

—Con eso me acaban de amenazar… si, es así…me faltan 40 semanas más de levantarme a las 4AM.—Le contesta su compañera periodista pero competidora de otro medio nacional.

Entre los periodistas se respira una especie de mirada de escepticismo y cansancio. Como una queja ambiental pero con resignación y aceptación. Los organizadores oficiales de la conferencia de prensa se disculpan porque no hay café, pero desde hace un mes que no llegan los recursos mínimos para trabajar.

07:11 AM. De la nada, aparece Andrés Manuel López Obrador. De súbito. Como un mago en un espectáculo de carpa. Sin necesidad de que lo presenten, sin retórica ni pompa. Solo frente a su audiencia. Desarmado. Nunca lo vi, ni recuerdo de dónde salió. Me agarró dormido. Lo primero que hace es romper el hielo, crear empatía con su audiencia:

—¡Animo, qué ya amaneció!.— Nos despierta a todos.

Todos reímos nerviosos. Se le ve despierto y energético. Nos contagia su energía como un predicador exitoso y el frío que que nos rodeaba se transforma. Hay más calor, dudas, críticas y reclamos que optimismo. Pero él es inmune, está blindado. Aguanta las preguntas y revira con su retahíla ya conocida,entre franqueza y discursos de campaña. Al final, él dicta la agenda de la conferencia de prensa diaria. No son más de tres puntos, en su agenda de contenido y llama a un portavoz especialista que recita detalles y tecnicismos de cada punto. Es un contenido denso y sintético. Me maravillo cómo poco a poco, con un retraso de minutos, todos los medios van retransmitiendo sus frases. Lo defino como un delay de contenido poderoso e imparable. Valió la pena venir, me digo. Ahora caigo en cuenta que el poder tiene que saber comunicar de forma continua y diaria cómo piensa, sólo así mantendrá su valor de marca y enfrentará crisis de credibilidad en la opinión pública. Como lo que pasa ahora con el robo de combustible.

08:30 AM. Como entró salió, invisible. Todos los periodistas salen despavoridos a armar su contenido, listos porque mañana será la misma rutina. Al parecer interminable durante los próximos cinco años. Nunca en ningún país en la historia moderna un presidente da conferencias tan temprano por la mañana y todos los días. Esto, sin duda es una gran señal de comunicación. Veremos muchos cambios trascendentales, surrealistas e incomprensibles pronto. Les sugiero estar preparados.

 

 

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