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Tres tristes regaños en los restaurantes

Arturo González - Columnista InformaBTL
Desde hace un par de semanas traigo en jabón a algunos restaurantes, por lo general sus dueños y gerentes son mis clientes, pero cuando me toca estar del lado del cliente me doy cuenta que existen cosas que los mercas dejamos pasar de largo, mismo que al hacernos de la vista gorda, se acumula a un recital de agravios para los comensales.

Desde hace un par de semanas traigo en jabón a algunos restaurantes, por lo general sus dueños y gerentes son mis clientes, pero cuando me toca estar del lado del cliente me doy cuenta que existen cosas que los mercas dejamos pasar de largo, mismo que al hacernos de la vista gorda, se acumula a un recital de agravios para los comensales.

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Para empezar, le comento que cuando en un resta, cafetería, bar o antro, me tratan mal, es como su debut y su despedida. No regreso a menos que el establecimiento por medio de un contacto logre reivindicarse.

Se que los errores son inherentes al ser humano, pero también se que no me gusta ser masoquista y pagar para que me traten mal. Estoy seguro que cuando lanzamos una campaña de BTL, poca importancia le damos al detrás de cámaras, pues resulta que empleamos el BTL para atraer y enamorar, mientras que la atención lo que hace es correr a los clientes.

Existen 3 regaños muy típicos en los restaurantes, algunos empresarios y servidores del sector, han olvidado que no son nuestras madres y siguen comportándose como si fuésemos niños a los que se les tiene que dar ordenes.

1.- Nuestros platillos son inamovibles, si usted osa en cambiar o modificar la receta, será castigado. No se si le haya ocurrido, pero resulta que usted es alérgico a algún ingrediente, no le gusta o simplemente en ese momento no tiene ganas, a la par, la política del restaurante es que no podemos ajustar el platillo, así es y así se lo rempuja.

2.- Los letreros de mamá enojada son para reírnos en vez de llorar, esos abundan en los restaurantes. Por ejemplo, en los bufetes suelen poner un cartelón con la frase “Solo sírvase lo que crea comerse, no desperdicie”, ósea es bufete, cómo les explicamos que deseamos comer como cerdos que terminan rodando al salir. O cuando dicen “jálele al baño, no sea cochino”, “lávese las manos, cuide su higiene” o el mejor de todos “conserve este lugar limpio, es para su servicio”, ósea cómo, el baño, las mesas y demás se ensucian, es deber del establecimiento limpiar, ahora resulta que casi casi nos hacen el favor de ser salubres y es tarea del cliente este punto.

3.- El cliente siempre tiene la razón, pero yo que soy el gerente o dueño tengo una razón más chipocluda. Hace días me mandaron un inbox para saber las razones por las que me quejé de un resta en mis redes sociales personales, después de decirles 4 razones, la respuesta no fue un “podemos recompensarlo”, “lo entendemos y nos parece lamentable”, la repuesta fueron una serie de justificaciones, si quisiera justificaciones al ir a un lugar, entonces no salía de casa.

En el último punto, veo tanta similitud entre las líneas áreas y los restaurantes, pues los vuelos pueden demorar y con tan solo avisar el retraso, es como si la vida de los pasajeros se hubiera resuelto, cuando te quejas recibes de regreso una carta donde te explican la razón de la demora , estoy seguro que esas cortesías poco valen, pues sean por angas o mangas, uno paga por un servicios que tiene ciertas características, si no recibe lo estipulado, tiene derecho no solamente a quejarse, sino a que el daño se resarza.

Dirá usted, qué tiene que ver el trabalenguas del título y el BTL. La hipótesis es sencilla, si usted está en el sector de alimentos y bebidas, antes de poner en marcha un esfuerzo de publicidad (de cualquier tipo), blinde a su negocio con estándares que no lo dejen en vergüenza, pues caso contrario, la publicidad se convierte en leña para el fuego.

“A ver, a ver, ya nada más otras dos cucharadas y ya te puedes levantar de la mesa”.

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